Ojalá fuera sólo un cuento…
Un hombre joven rebuscaba en un contenedor; una anciana se ocultaba bajo una manta roída en un banco; dos niños que corrían descalzos por la acera mugrienta importunaban a los transeúntes intentando cambiar pañuelos de papel por monedas, mientras la que debía ser su madre, sentada en el suelo, pedía limosna descaradamente. Unos metros más allá, un negro exponía DVDs piratas y falsificaciones de equipaciones deportivas…
—Esto es intolerable —refunfuñaba un irritado Mariano Scrooge desde el asiento trasero de su coche blindado.
Nadie sabía muy bien cómo había llegado a presidente del gobierno. Incluso él se sorprendió cuando los votantes le otorgaron la mayoría absoluta. Su antecesor se lo había puesto fácil, todo hay que decirlo, pero lo más inexplicable fue que lo eligieran para un segundo mandato.
En realidad no había ganado las elecciones, pero gracias al “Pacto por la Democracia” habían podido evitar que el terrorista de la coleta le robara el puesto. Scrooge no estaba dispuesto a dejar a medias las necesarias reformas estructurales. El país empezaba a salir de la crisis y un cambio de rumbo sería fatal.
Lo que de verdad le importaba, sin embargo, era mantener a salvo la estabilidad y el orden… La estabilidad de sus cuentas y el orden de sus privilegios.
Sacó el móvil y buscó en los contactos al ministro del Interior.
—Jorge, la calle da asco. Envía rápido a alguien para hacer limpieza.
Se acomodó en el asiento y siguió leyendo el periódico que siempre le daba la razón.
Con este relato concurro al certamen literario navideño que ha convocado Relatos Magar. Somos seis los participantes. La única condición era la presencia de mister Scrooge, el agrio protagonista de Cuento de Navidad, de Charles Dickens, y no sobrepasar las 250 palabras. Habréis comprobado que he hecho una adaptación bastante libre del personaje.
Hasta el 23 de diciembre podéis votar por uno de los relatos. La competencia es feroz, y eso que los tres millones de euros que había previstos para el ganador al final se han visto sensiblemente reducidos hasta… cero. Pero bueno, qué mejor premio que el reconocimientos de los lectores, ¿verdad?
En el blog Relatos Magar, Esther explica la dinámica de las votaciones, pero, vamos, que lo único que hay que hacer es entrar en su página de Facebook, hacerse seguidor y pulsar el ‘me gusta’ del relato elegido. Si votáis por el mío estáis invitados a una copita de cava virtual.
¡Chin, chin!