Este cuento lo escribí el año pasado por estas fechas y para el 2017, pero se me ocurre que puede valer para el 2020. Donde pone la fecha del referendum de 2014 puede sustituirse por la actúal fecha prevista por los partidos nacionalistas catalanes. Lo demás vale, me vale.
La Navidad de 2017 resultó especial:
Fue la primera Navidad
en la que"El Gordo" de la lotería tocó integramente en Catalunya. Claro
que fue fácil que eso sucediera: Era la primera vez que La Generalitat
organizaba el sorteo para el Estado catalán. Los premios eran
sensiblemente inferiores a los del Estado español, pues solo jugábamos
los catalanes y éramos escasamente el quince por ciento de los
españoles, con lo que la recaudación era mucho más floja. Las
televisiones y diarios españoles, que aún subsistían, lo resaltaban en
sus reportajes con cierta sorna: "Los empleados del hospital madrileño,
privatizado, del Gregorio Marañón han obtenido 600.000 euros por décimo,
mientras que los del Hospital Clínico catalán , también privatizado,
solo han ganado 100.000 euros." Parecía que la suerte estaba más dotada
en el Estado español y mejor repartida en el catalán, porque, eso sí,
la recaudación de las Loterías de la Generalitat se quedaba integramente
en las arcas catalanas.
El tránsito hacia la independencia, desde
el referendum del 14 de setiembre de 2014, había resultado harto
difícil. Las sucesivas impugnaciones de la consulta por parte de los
órganos estatales españoles, las presiones del gobierno de Rajoy,
primero, y de Aznar después, ante la Comunidad Europea, habían hecho
mella en españoles y catalanes que finalmente habían pactado un divorcio
de conveniencia más o menos amistoso. Un resultado, en la consulta,
del 58% a favor de la independencia tampoco daba para muchas alharacas.
Eso, unido a que el gobierno de España había aprobado una ley fiscal
por la que un catalán podía empadronarse en cualquier lugar de España si
residía en periodos discontinuos por más de treinta días fuera de
Catalunya, había generado que muchos catalanes, usuarios del AVE
español, acabaran pagando sus impuestos en España, ahorrándose hasta un
7% sobre las tasas catalanas.
Las guerras internas en el partido
de Convergencia i Unió, que había sucumbido a las pretensiones
independentistas de Esquerra Republicana, habían forzado en España al
Partido Popular a presentar en las elecciones de 2015 a José María
Aznar, un candidato que, tras la mejora de la economía española, sería
mucho más pragmático, duro y españolista que un Mariano Rajoy que
llegaba al final de la legislatura "con los deberes hechos", como solía
repetir, pero muy desgastado por sus sucesivos incumplimientos y
bandazos.
Era una Navidad especial, también, porque los dos
diarios que quedaban en Catalunya, el centenario y de siempre, y el
independentista, que apenas llevaba siete años en los kioscos, estaban
de acuerdo en la defensa a ultranza del Estado catalán y su integración
de pleno derecho en la Unión Europea. No había contestación ni oposición
mediática, solo matices y gradación de los tiempos y las formas. La
pluralidad informativa había desaparecido en buena parte en Catalunya ,
pero también en España. El cierre de una cincuentena de diarios, la
desaparición de las televisiones autonómicas españolas, la entrada de
los bancos y de la Iglesia en muchos de los medios de comunicación
españoles habían consolidado un panorama de dos bandos: Los que estaban
alineados con las tesis gubernamentales y las defendían a ultranza y con
recursos económicos suficientes, y los francotiradores que luchaban con
medios escasos y creativos, pero divididos.
El paro descendía,
proporcionalemente, más en España que en Catalunya. El gobierno de la
República de Catalunya explicaba que había que seguir haciendo recortes
en un momento crítico en que la independencia requería sobreesfuerzos a
cambio de un futuro en libertad y sin intervencionismos externos.
Algunos catalanes no querían esperar y se apuntaban al carro de España.
Trabajaban y vivían aquí, pero pagaban allí.
Aquella Navidad de
2017 me descargué varios libros de Amazon, entré en la web de Iberia
S.A. "Líneas aéreas de España" y busqué alguna oferta para descansar
unos días fuera de Catalunya. Resultaba algo más barato volar desde
Barcelona a alguna ciudad europea que no fuera española, pero tuve la
duda: necesitaba cuatro días más de estancia en España para poder pagar
mis impuestos allí, fuera de Catalunya.
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