El Taxi
Al 147 de Cartagena, dije. Era un taxi de noche con pantalla antibalas. El taxista apenas giró la cabeza. Al menos este era callado y no hablaba. Me relajé contemplando la ciudad dormida, las luces que quedaban atrás, los últimos transeúntes tragados por la noche. Me fijé que apenas frenábamos, como si el taxi se deslizara. Subimos por una gran avenida salpicada por los destellos de neón donde los semáforos se abrían para nosotros, como si por un instante la ciudad estuviera a nuestros pies. ¡Eh!, pero adónde va. El tipo se había salida de ruta. ¿Me oyes? El taxi aceleró a todo trapo. Golpeé el cristal. ¡Párese! ¡Qué pares cabrón! Tomó una calle sin nombre y empezó a subir la oscura ladera de una montaña, hacia el único caserón de la cima, en el que tras los cristales se intuían unos invitados que al vernos se agitaron, excitados.
Cuento de terror El Taxi