Este es un cuento para niños pequeños antes de dormir. Se trata de un cuento corto sobre un gato detective que tiene que encontrar a un ratón desaparecido.
Un cuento rápido para niños en el que aparecen animales que hablan y que fomenta la atención en el niño y el desarrollo de su imaginación y curiosidad por los eventos que tienen lugar.
Resumen: El famoso Sherlock Gatito se embarca en un nuevo y difícil caso: descubrir el paradero de Pedrito Saltarín, un ratón desaparecido.
Título: El Misterio del Ratón Desaparecido.
Tiempo de lectura: 10 minutos.
Edad: A partir de 4 años.
El Misterio del Ratón Desaparecido
Érase una vez en el tranquilo pueblo de Peludópolis, un astuto gato llamado Sherlock Gatito. Con su sombrero y lupa, Sherlock era conocido como el mejor detective de todo el vecindario.
Un día soleado, mientras paseaba por la plaza principal, recibió una carta misteriosa. La carta decía: «Querido Sherlock Gatito, necesito tu ayuda. Mi amigo, el ratón Pedrito Saltarín, ha desaparecido. ¡Por favor, ven a mi madriguera lo antes posible! Atentamente, Rosa Ratita».
Sherlock Gatito se rascó la cabeza, ajustó su sombrero y se apresuró hacia la madriguera de Rosa Ratita. Al llegar, encontró a Rosa preocupada y llorosa.
«¡Oh, Sherlock Gatito, gracias por venir tan rápido! Pedrito Saltarín siempre ha sido un amigo leal y querido por todos, y no puedo entender por qué se ha ido», sollozó Rosa.
«No te preocupes, Rosa. Investigaré el caso y traeré de vuelta a Pedrito Saltarín sano y salvo», aseguró Sherlock Gatito con determinación.
El primer lugar que Sherlock decidió investigar fue el agujero en la pared donde vivía Pedrito Saltarín. Se inclinó y lo examinó atentamente con su lupa.
«¿Notaste algo extraño últimamente, Rosa?», preguntó Sherlock.
Rosa pensó por un momento y luego respondió, «Bueno, ahora que lo mencionas, Pedrito Saltarín solía hablar sobre un queso mágico que había encontrado en el bosque. Decía que le había dado superpoderes».
«¿Un queso mágico, dices? ¿Superpoderes?», murmuró Sherlock Gatito. «Eso suena muy intrigante. Iré al bosque a investigar».
Sherlock se adentró en el bosque, y después de recorrer la orilla de una laguna y preguntar a unas truchas que allí nadaban, encontró unas huellas muy extrañas. Poco después consultó a unos ciervos que comían hierba. «¿Habéis visto a un ratón por aquí?», preguntó. Pero los ciervos, al igual que las truchas, no habían visto ningún ratón.
Sherlock Gatito siguió caminando, siguiendo las huellas, y entonces escuchó risitas y susurros entre los árboles. Algo pequeño salió disparado detrás de unos arbustos.
De repente, apareció el ratón Pedrito Saltarín junto a un par de ardillas juguetonas. Saltaban, brincaban y corrían sin parar de una lado al otro. Sherlock Gatito vió como Saltarín desaparecía de nuevo y a toda velocidad dentro de una madriguera de conejo. El detective corrió hasta el agujero, se agachó y observó con atención.
«¡Hola, Sherlock Gatito! ¿Te gustaría unirte a nuestra fiesta del bosque? ¡Tenemos queso mágico!», exclamó Pedrito Saltarín con una sonrisa traviesa.
Sherlock Gatito levantó una ceja y dijo: «Lo siento, Saltarín, pero estoy aquí para resolver el misterio de tu desaparición. Todos en el pueblo están muy preocupados. Sobre todo, Rosa Ratita».
Pedrito Saltarín se rascó la cabeza y dijo: «Oh, no tenía ni idea de que todos estuvieran tan preocupados. Solo quería probar el queso mágico y ver si realmente me daba superpoderes».
Sherlock Gatito suspiró, pero no pudo evitar sonreír. «Vamos, Saltarín, es hora de volver a casa. Rosa está esperando».
En el camino de regreso, Saltarín explicó cómo encontró el queso mágico en una arboleda del bosque y cómo se sintió tan emocionado que no pensó en avisar a nadie sobre su descubrimiento. También contó que nada más comer un poco de queso sus patitas pequeñitas se hicieron grandes y largas, haciéndole correr más que cualquier otro animal del bosque. «Eso confirma las extrañas huellas que vi antes. No eran propias de un ratón; más bien parecían las de una gacela africana. Seguro que eran tuyas.» constató Sherlock Gatito.
Cuando llegaron a la madriguera de Rosa Ratita, ella abrazó a Pedrito Saltarín con alivio. «¡Gracias, Sherlock Gatito, por traer de vuelta a mi amigo!»
Sherlock Gatito asintió y dijo: «Recuerda, Saltarín: la próxima vez que quieras probar algo nuevo, asegúrate de contárselo antes a alguien para que no se preocupen por ti».
Saltarín asintió y prometió aprender de la experiencia. Después de un buen rato riendo y compartiendo historias, Sherlock Gatito se despidió y regresó a Peludópolis.
Desde ese día, Sherlock Gatito se convirtió en un héroe en el pueblo. Los animales sabían que podían contar con él para resolver cualquier misterio. Y así, el astuto gato detective continuó con sus aventuras, siempre listo para ayudar a quienes lo necesitaran en Peludópolis.