Detrás de la montura negra de las gafas sus ojos miraban con el brillo de la tristeza. Conversamos de las geografías de adolescencia, de los anhelos de la juventud, del momento en el que nos hicimos amigos, de cuando las cosas comenzaron a cambiar y nos fuimos alejando. Conversamos del largo después con una intimidad inagotable. Se expresaba con innumerables gestos, enlazaba las frases anteponiendo coletillas de paso: como si dijéramos, durante uno de esos periodos sin raíces, es decir, durante ese tiempo de ansiedad o depresión, evidentemente de intenso sufrimiento emocional, te lo digo de verdad, anuncié mi intención de hacer las maletas y, de alguna manera, salir a buscar un empleo… Se miraba dentro de sí evitando la confusión de sus lágrimas.