Cuentos clásicos y audiocuentos: un éxito para el coche

Por Y, Además, Mamá @yademasmama

Teniendo en casa a un loco de los cuentos como tenemos, era cuestión de tiempo que nos pasáramos a los audiocuentos, un formato más cómodo para los padres que se quedan sin saliva después de repetir tres o cuatro veces la misma historia.

Poner un CD con historias me ha dado algún momento que otro de alivio, pero está siendo, sobre todo, mano de santo en nuestros viajes en el coche. Por eso, ‘El flautista de Hamelín’ se ha convertido en un buen recurso estos días para los trayectos complicados o en los que queremos evitar que se duerma. Tenía ganas de contarle esta historia que apenas recordaba pero que sabía que a mi hijo le iba a hacer gracia, por aquello de ratones y niños hipnotizados por una flauta. 

El libro y audiocuento forma parte de la colección de El jardín de los cuentos de la editorial Oxford Educación que trae Boolino, compuesta por adaptaciones de leyendas de distintas culturas, fábulas y cuentos maravillosos. Éste, en concreto, es un libro sencillo basado en la leyenda popular alemana que ha sido adaptada por Nathalie Pons y con ilustraciones muy coloridas de Marta Antelo.

Y sí, al enano le ha hecho gracia el libro, tanto en el formato impreso como en el audiocuento. Una prueba de ello es que cuando está escuchándolo en el coche y la historia se termina, nos suelta su famoso ‘mais’ para repetirlo. De casa de la amatxi a la nuestra se pueden escuchar tres flautistas de Hamelín seguidos justos, está todo medido.

El libro, por cierto, incluye en las últimas páginas unos recortables con marionetas de dedo para hacer con los niños y nos ha encantado. Está escrito en un lenguaje adecuado a la edad propuesta (a partir de los tres años) y sus ilustraciones son bonitas y coloridas y los niños las entienden perfectamente. En su versión audio también, la voz de la narradora es muy agradable.

A mi hijo le ha gustado mucho la parte en la que dicen eso de que “había ratones hasta en la sopa” y le divierte cuando le digo que él no se vaya con un flautista al monte. Me mira siempre sonriendo y me dice, “no, mamá”, como si a él no se la colaran 😉

Por cierto que siempre hacemos hincapié en lo mal que se había portado el alcalde al engañar al flautista y en cómo los vecinos deciden que ya no quieren que les mande. Parece mentira que desde tan pequeño se puedan empezar a trabajar nociones de democracia y de política.

¿Te gusta este cuento?