Cuentos de muchas mentiras: Polillita - 1

Por Jesús Marcial Grande Gutiérrez
Polillita
Capítulo 1

Mi mamá, que me acostó en la cama sin cenar, se marchó tras cerrar la puerta y apagar la luz. Me quedé irritada y hambrienta, apretando los puños bajo las sábanas. Yo tenía tanta hambre que no podía dormir. Oía ruidos raros en el armario; ruidos pequeñitos como vocecitas de mosquitos. Al principio sentí mucho miedo, pero luego pensé que tal vez fuesen polillas devorando mis calcetines. Sin darme cuenta me dormí y empecé a soñar. Soñé que era una polilla que tenía mucha hambre y que volaba por la cocina buscando comida. Así, soñé que me  posaba encima de las manzanas del postre y las comía todas. Volé a la taza de leche y la bebí entera. Me zampé todo el mazapán bien espolvoreado de azúcar. Era ya una polilla tan gorda que volaba dando tumbos y chocaba como tonta por las pareces. Sin darme cuenta golpeé con el grifo y caí al fregadero. Resbalé sobre la sopa de los platos que estaban para fregar y me sentí arrastrada al desagüe. Rodé por un tubo largo y negro mucho tiempo. Luego tropecé con ocho patas largas y peludas: - ¿Quién osa molestarme? -se oyó una voz terrorífica en el fondo del tubo- ¡Soy la araña del desagüe y una polilla gorda como tú no tiene nada que hacer en mis dominios: te comeré!Polillita empezó a correr tubo arriba, pero había tantas vueltas y revueltas que se perdió. Se sentó en un recodo del tubo y, tapándose la cara, se puso a llorar. De pronto se oyó un rugido enorme que parecía descender tubo abajo y Polillita se vio envuelta en un remolino de agua sucia y espuma que le dejó las alas arrugadas y la cara desgreñada. Cuando el agua pasó volvió a quedarse triste y lloró de nuevo ahora tiritando pues estaba empapada. Lloró y lloró amargamente mientras esperaba que se hiciera de día. La pobre no se acordaba de que en las tuberías es siempre de noche pues siempre está oscuro.  Después de mucho rato estiró sus alas ya secas y suspirando comenzó a caminar por el estrecho túnel. Cruzó tuberías grandes y pequeñas, largas y estrechas, lisas y abolladas... tantas y tantas recorrió que ya se encontraba, sin saberlo, en otra ciudad. Por fin vio la luz al final de la tubería. Trepó hasta la pequeña claraboya y vio con asombro que estaba en una habitación de una ciudad muy rara. Al principio no se dio cuenta pero poco a poco comprendió que en esa ciudad las cosas no eran como parecían.