Polillita entró en la casa de un niño que se llamaba Ricardo. No sabía donde dormir así que se metió en su cartera del colegio. Cuando estaba casi dormida oyó un sollozo dentro de la cartera. Polillita preguntó: - ¿Quién llora?- Soy yo, el libro Alféizar -contestó el libro de lectura mientras le corría una gruesa lágrima sobre la pasta toda despegada y rota-.- ¿Por qué lloras? -preguntó Polillita apenada. -¿Por qué? -se quejó el libro- ¿Mira cómo me ha dejado ese niño! Tengo la tapa despegada y estoy como desnudo. Me muero de frío si mi tapa no me arropa bien. Además me han pintado de rotulador y no me lo puedo borrar. Mis hojitas están húmedas y me entra reuma... ¡Y me dan cada golpe! Me tiran en la mesa y me duelen mucho los coscorrones, luego me echan en la cartera y me aprietan contra cuadernos todo sucios que están siempre pegados y con las hojas arrugadas. El otro día me tiró a un charco, ¡Fíjate: yo que no sé nadar y me deshago si me mojo! ¡Cogí un costipado de aúpa! Estoy todo sucio porque soy de papel y no me puedo lavar. ¡Y eso que me sé más de ceinte cuentos, tengo dibujos muy bonitos y me sé enterita la canción "Ya se murió el burro"! ¡Pero no me quiere nadie! Solo el profesor me cuida y me tiene nuevecito. Muchos niños son unos desagradecidos y me hacen daño. Polillita entendió su tristeza y le dejó llorar porque sabía que lo que decía era cierto, la única verdad que había escuchado en la ciudad de las cosas de mentira.
Cuentos de muchas mentiras: Polillita - 10: Hablando con el libro maltratado.
Por Jesús Marcial Grande Gutiérrez
Capítulo 10: Hablando con el libro maltratado.
Polillita entró en la casa de un niño que se llamaba Ricardo. No sabía donde dormir así que se metió en su cartera del colegio. Cuando estaba casi dormida oyó un sollozo dentro de la cartera. Polillita preguntó: - ¿Quién llora?- Soy yo, el libro Alféizar -contestó el libro de lectura mientras le corría una gruesa lágrima sobre la pasta toda despegada y rota-.- ¿Por qué lloras? -preguntó Polillita apenada. -¿Por qué? -se quejó el libro- ¿Mira cómo me ha dejado ese niño! Tengo la tapa despegada y estoy como desnudo. Me muero de frío si mi tapa no me arropa bien. Además me han pintado de rotulador y no me lo puedo borrar. Mis hojitas están húmedas y me entra reuma... ¡Y me dan cada golpe! Me tiran en la mesa y me duelen mucho los coscorrones, luego me echan en la cartera y me aprietan contra cuadernos todo sucios que están siempre pegados y con las hojas arrugadas. El otro día me tiró a un charco, ¡Fíjate: yo que no sé nadar y me deshago si me mojo! ¡Cogí un costipado de aúpa! Estoy todo sucio porque soy de papel y no me puedo lavar. ¡Y eso que me sé más de ceinte cuentos, tengo dibujos muy bonitos y me sé enterita la canción "Ya se murió el burro"! ¡Pero no me quiere nadie! Solo el profesor me cuida y me tiene nuevecito. Muchos niños son unos desagradecidos y me hacen daño. Polillita entendió su tristeza y le dejó llorar porque sabía que lo que decía era cierto, la única verdad que había escuchado en la ciudad de las cosas de mentira.
Polillita entró en la casa de un niño que se llamaba Ricardo. No sabía donde dormir así que se metió en su cartera del colegio. Cuando estaba casi dormida oyó un sollozo dentro de la cartera. Polillita preguntó: - ¿Quién llora?- Soy yo, el libro Alféizar -contestó el libro de lectura mientras le corría una gruesa lágrima sobre la pasta toda despegada y rota-.- ¿Por qué lloras? -preguntó Polillita apenada. -¿Por qué? -se quejó el libro- ¿Mira cómo me ha dejado ese niño! Tengo la tapa despegada y estoy como desnudo. Me muero de frío si mi tapa no me arropa bien. Además me han pintado de rotulador y no me lo puedo borrar. Mis hojitas están húmedas y me entra reuma... ¡Y me dan cada golpe! Me tiran en la mesa y me duelen mucho los coscorrones, luego me echan en la cartera y me aprietan contra cuadernos todo sucios que están siempre pegados y con las hojas arrugadas. El otro día me tiró a un charco, ¡Fíjate: yo que no sé nadar y me deshago si me mojo! ¡Cogí un costipado de aúpa! Estoy todo sucio porque soy de papel y no me puedo lavar. ¡Y eso que me sé más de ceinte cuentos, tengo dibujos muy bonitos y me sé enterita la canción "Ya se murió el burro"! ¡Pero no me quiere nadie! Solo el profesor me cuida y me tiene nuevecito. Muchos niños son unos desagradecidos y me hacen daño. Polillita entendió su tristeza y le dejó llorar porque sabía que lo que decía era cierto, la única verdad que había escuchado en la ciudad de las cosas de mentira.