Capítulo 4: La batalla de las flores. En un jardín, balanceándose en lo alto de un tallo de hierba, estaba Polillita durmiendo la siesta cuando sintió un golpe en la cabeza. Enseguida se dio cuenta de que alguien escondido en el jardín le había arrojado una piedrecita. Miró atentamene entre las ramas pero no vio a nadie volvió a apoyar las patas en el tallo para seguir durmiendo. Entonces comenzaron a caer a su alrededor numerosas piedrecillas, ramitas e incluso alguna espina puntiaguda... Además empezaron a oirse vocecillas delicadas que proferían insultos y amenazas. Entonces abrió bien los ojos y contempló algo increíble: Los claveles del jardín estaban en guerra con las rosas por una cuestión de soberanía y luchaban unas contra otras. Los claveles azotaban con sus tallos impulsándose con el viento y las rosas los pinchaban con sus espinas. El suelo estaba cubierto de pétalos arrancados de rosas y claveles y los tallos heridos sangraban con sangre verde como sangran las plantas. Los claveles rojos eran la artillería y disparaban piedras como pequeñas catapultas; primero se doblaban hasta el suelo, luego cogían una piedrecilla entre sus pétalos y, poniéndose de pie bruscamente, soltaban el proyectil. habían deshojado muchas rosas por este procedimiento y las rosas blancas, que eran las enfermeras, no paraban de vendar con sus pétalos blancos todas las heridas. Pero las rosas rojas clavaban sus espinas en los tallos de los claveles y estos se ponían mustios, se doblaban penosamente y caían al suelo. La batalla era terrible y el hermoso jardín estaba quedando feísimo pues ya quedaban muy pocas flores bonitas; casi todas estaban rotas o deshojadas. El enorme castaño plantado en medio del jardín, que era muy viejo y pensaba mucho, estaba harto de tanto grito y tanta guerra de unas flores tan tontas así que estremeció sus ramas y tronó con voz muy fuerte:- ¡Ya está bien de tonterías! ¡No me dejáis pensar a gusto y tengo un dolor insoportable de ramas de la copa! ¿No os dais cuenta, tontas, de que solo conseguís haceros daño? ¿Os ordeno que hagáis las paces inmediatamente!Y dicho esto agitó su tronco fuertemente y envió como castigo una lluvia de castañas sobre las flores que se llenaron de dolorosos chichones. Pero al final todas se callaron y respetaron la paz por la cuenta que les traía.Polillita se alejó volando pensando que todos estaban locos y que lo mejor sería ir a darse un baño a la playa para despejarse.