Cuentos de muchas mentiras: Polillita - 7: Juan Mentiroso

Por Jesús Marcial Grande Gutiérrez
Capítulo 7: Juan Mentiroso
Andando por el parque Polillita se encontró con Juan Mentiroso. Era éste un hombrecillo pequeño y encorvado que siempre estaba contando mentiras a los niños.
Juan Mentiroso estaba hablando en esos momentos de sus años jóvenes cuando era un mozo robusto y rompía las piedras a puñetazos; de aquellos tiempos en que las vacas eran tan ágiles que saltaban por encima de la luna y las estrellas estaban tan cerca que cada hombre del pueblo cogía una para ponerla de lámpara en la mesilla.
- "Antes los charcos no estaban pegados al suelo -decía Juan Mentiroso- sino que uno iba andando por la calle y, a veces, se chocaba con alguno apoyado en una pared; entonces se te caía encima y te mojaba enterito. Aún me acuerdo de cuando no llovía para abajo, sino que el agua se despegaba del suelo y subía derecha a la nube. Cuando paseabas por la calle el agua se te subía metiéndose por debajo del pantalón y te mojaba la barriga..."
-"En aquellos tiempos -decía- el viento era de colores: si hacía frío era azul y blanco y te arañaba la piel como espinitas de hielo; si hacía calor era de color rojo brillante, olía a chamusquina y te rizaba el pelo como un secador;  si era templado y húmedo tenía color verde y al aspirarlo por la boca sabía a menta... Lo peor era el viento de la noche, era negro y mordía en la nuca como los lobos."
- "En mi tiempo -continuaba mintiendo Juan- las nubes estaban hechas de bandadas de palomas y cuando peleaban entre sí nevaba. Pero nevaba con copos de plumas blancas y suaves que estaban calentitas y hacían cosquillas en la nariz mientras caían muy despacio. Cuando había mucha nieve de plumas los niños se acostaban en el jardín y soñaban con ángeles blancos..."
Juan Mentiroso se había callado con los ojos cerrados soñando con las maravillosas mentiras que él mismo contaba.
- ¡Jo, qué mentira. Yo no me lo creo! - exclamó un niño mayor.
- ¡Sí, es mentira. Pero es muy bonito y a mí me gustaría que fuera verdad! - replicó el niño más pequeño.
Polillita estuvo de acuerdo y se alejó de allí pensando que los niños no se deberían reír de las mentiras bonitas.