Y llegó el cazador y sacó un cuchillo, y abrió la barriga del lobo para sacar a la abuelita de Caperucita. Y después llenó la barriga del lobo con piedras y lo tiró al fondo del rio. – versión original
Y llegó el cazador y se abalanzó sobre el lobo. Le ató bien fuerte las manos y los pies y se lo llevó a la cárcel para que no volviese a molestar a nadie- mi versión Light, la que le cuento yo al Chiquinini.
¿Tiene sentido que le cambie yo los cuentos y se los suavice? Es que son tremendos, vamos no me lo neguéis. Que si la madrastra de Blancanieves le dice al cazador que la mate y le lleve su corazón como prueba ( qué gore!), que si el ogro se quiere zampar a pulgarcito y sus hermanos, que si matan a este o al otro, que si todos son medio huérfanos…
A mí no me sale contárselos así. Pero me cuestiono a mí misma porque en realidad los cuentos se han contado así de generación en generación, a mí también, y no por ello me traumaticé ni nada parecido. Los cuentos enseñan que existen el bien y el mal, la vida y la muerte, etc.
¿Por qué entonces no lo veo claro? De hecho ahora el Chiquinini es pequeño todavía y no creo que se lo tomase tan a la tremenda como yo. No sabe lo que significa la palabra matar por ejemplo, aunque la haya oído en el cole y cuando juega a los superhéroes diga “ te voy a matar!”. Pero a mí me suena horrible.
Así que en este dilema ando con los cuentos. ¿Soy una blandengue? ¿Le intento sobreproteger ocultándole cosas que por desgracia tendrá que descubrir? ¿Sería mejor contarle la versión de verdad de los cuentos? ¿ O ya habrá tiempo?
Por otro lado los cuentos contienen también muchos estereotipos, y no sólo machistas. Así que al final llego a la conclusión de que no está mal moldearlos un poco a mi manera.