El escritor mexicano es un especialista es mezclar ciencia y fantasía para crear algo tan complicado como una atmósfera propia en cada una de sus narraciones, incluso en las más surrealistas. Sus cuentos están construídos ante todo bajo el signo de la concisión: decir mucho con pocas palabras, sugerir más que mostrar, con un lenguaje que jamás renuncia a la ironía.
En La migala, un cuento de solo dos páginas, el protagonista decide que va a hacerse a sí mismo lo más atroz que puede depararle el destino: compra un ejemplar de la repulsiva araña, notando cuando la lleva a casa el peso leve del animalito dentro de su caja. Una vez, en su hogar, la suelta, la migala se esconde y el narrador comienza una nueva etapa de su existencia, marcada por la presencia (o quizá no), del arácnido escondido en alguna de las habitaciones. Él mismo se ha creado la amenaza perfecta, el terror más refinado y arbitrario, aunque nunca sepamos por qué lo ha hecho (o quizá sí).