Cuentos para perros

Publicado el 10 mayo 2018 por Rubencastillo

Acabo los Cuentos para perros, de Miguel Mihura, en la edición de Julián Moreiro (Bruño, 1994), un libro que me ha parecido medianito. Es verdad que tiene instantes de chispa, y hasta de presunta genialidad surrealista. Pero lo malo de tantas chispas seguidas y amontonadas es que no producen, en mi opinión, la imagen de una hoguera, sino el raro fastidio de estar siendo burlado por un autor habilidoso que payasea conscientemente su propio estilo. Es un humor ganso y un pelín infantiloide, que fatiga (que a mí al menos me fatiga) por acumulación. ¿Destellos memorables? Varios, no lo negaré. Por ejemplo, cuando propone en el cuento “El mar” que la solución para las tormentas y naufragios es asfaltar todos los mares y océanos; o cuando habla en “La difícil profesión” de un fotógrafo que retrata cosas y le salen otras distintas (imposible no establecer lazos con el célebre “Apocalipsis de Solentiname”, de Julio Cortázar); o cuando dice en “El cielo” que las enfermedades, la muerte, la ceguera o la invalidez deberían durar 8 horas al día, como una jornada laboral. Y, algunas veces, su humor ingresa en una crueldad borde sin mucho sentido, que resulta difícil de disculpar (“Aumentaba el hambre. Miles de criaturas morían de inanición. Las mujeres daban aullidos de espanto. Era graciosísimo. Daba mucha risa aquello”). Pero vale. Está bien para pasar el rato. Ingeniosa la frase donde nos habla de una chica demasiado convencional (“Era tan cursi aquella señorita, que tenía un novio”, o aquella otra en la que nos cuenta cosas sobre un señor “feliz como un arroyuelo”.Mihura es así. O lo tomas o lo dejas.