Cuernos, de Joe Hill

Publicado el 07 noviembre 2014 por Covadonga Mendoza @Cova_Mendoza

Editorial: SUMA de letras

Ig Perrish despierta de una borrachera y se da cuenta de que le han salido cuernos.

"Infierno" es la primera de las cinco partes de diez capítulos cada una en que se divide la novela, caracterizada por un comienzo cuyo interés va en aumento:

"Ignatius Martin Perrish pasó la noche borracho y haciendo cosas terribles. A la mañana siguiente se despertó con dolor de cabeza, se llevó las manos a las sienes y palpó algo extraño: dos protuberancias huesudas y de punta afilada. Se encontraba tan mal -débil y con los ojos llorosos- que al principio no le dio mayor importancia, tenía demasiada resaca como para pensar en ello o preocuparse. Pero mientras se tambaleaba junto al retrete se miró al espejo situado sobre el lavabo y vio que por la noche le habían salido cuernos. Dio un respingo, sorprendido, y, por segunda vez en doce horas, se meó en los pies."

Se trata de una redacción en la que el autor prefiere mostrar lo que ocurre en lugar de explicarlo (confía en que quien lee deduzca lo que implica la escena de Glenna y los dónuts), y avanza junto a la exploración que hace Ig sobre sus nuevas características (la escena en el hospital o las conversaciones con sus familiares, que muestran de forma inquietante lo que hay en el más oculto subconsciente de las personas) y acaba con un impactante clímax (la confesión de su hermano Terry) que impele a continuar leyendo.

"Fuegos artificiales" elude la narración lineal y se lanza a un flashback situado diez años antes, cuando algunos de los personajes principales se conocen y comienza la historia de amor entre Ig y Merrin, con Lee como tercer vértice de un triángulo que quizá es lo más importante de la novela, el catalizador de muchas de las cosas que suceden.

Pese a que sus casi cien páginas se hacen por momentos largas debido al quizá excesivo detalle con el que se relatan algunas cosas, y aunque sorprende que Ig no se dé cuenta de la realidad acerca de Lee, con quien se obstina en iniciar una amistad un tanto incomprensible, se trata de uno de los fragmentos más inquietantes de la novela, quizá por el subtexto enfermizo que se percibe en la relación entre el trío protagonista, manteniendo el interés por seguir leyendo que comienza en "Infierno".

"El sermón del fuego" parte del presente para sumergirse en un nuevo flashback en el que Ig recuerda su último encuentro con Merrin, y volver a la actualidad, incluyendo la aportación de una testigo, que como todos, se siente impelida a contarle sus secretos mientras él comienza a descubrir su capacidad para manipular las decisiones de las personas que se le confiesan. Una visita a Lee, donde conoce algunos límites a su don y otros encuentros relatados en detalle comienzan a ralentizar el avance de la narración y puede causar momentos de desconexión en una historia que hasta entonces podía calificarse de adictiva.

"El arreglador" está redactada desde el punto de vista de Lee. Como otras partes, da la sensación de tener más texto del necesario para lo que cuenta. Los pasajes dedicados a la relación de Lee con su madre y a la psicología del personaje son convencionales, retratando a un psicópata de manual cuyo desequilibrio ya podía percibirse en "Fuegos artificiales" (aunque Ig no se entera de nada), siendo el texto dedicado a lo que realmente sucedió entre Lee y Merrin lo más relevante, ya que la experiencia de su infancia que le recuerda un comentario materno se relaciona con la parte fantástica (y con la horca que se ve en la cubierta), despertando expectativas que no se desarrollan posteriormente.

"El evangelio según Mick y Keith" cuenta el desenlace de la obra. Si bien en un sentido emotivo cumple su cometido, destacando la sorpresiva carta póstuma de Merrin, el contenido, aparte de cierta retorcida ironía, no parece influir mucho en la historia. También se incide en la evolución de la relación de Ig con Glenna y Terry, quienes adquieren un mayor protagonismo y son parte fundamental de la conclusión.

El aparente intercambio de roles entre el Bien y el Mal (ambos protagonistas/antagonistas sufren unan conversión, Lee a la religión e Ig a la imagen habitualmente asociada al diablo), la incursión en lo que hay en el interior de las personas, o la posibilidad de manipularlas, son parte de las atractivas ideas en las que el autor apenas profundiza. Resulta más satisfactoria la trama romántica y emocional, mientras que la aparición de los cuernos de Ig y los demás hechos fantásticos, como es demasiado habitual en un género en el que a veces son más interesantes las premisas de partida y su desarrollo que su conclusión, pueden resultar tan decepcionantes como un final un tanto precipitado y confuso en el que casi nada de lo sucedido se justifica satisfactoriamente.

Nota: Cuernos ha sido adaptada al cine, dirigida por Alexandre Aja y protagonizada por Daniel Radcliffe (Ig), Juno Temple (Merrin), Max Minghella (Lee), Joe Anderson (Terry), Kelly Garner (Glenna) y James Remar (Derrick), entre otros.

Cartel de la película Cuernos


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