Una de las grandezas de la democrática internet es que se compran, se venden y se valoran productos, servicios, tiendas, y clientes. Pero si te quejas y pones a parir a un estafador, este puede salir beneficiado.
El consumidor on-line, en general, tiene dos malas costumbres: sólo atiende a los pareceres ajenos cuando algo ha salido mal, y únicamente se manifiesta para quejarse. Por eso los timadores y estafadores reciben mucha más atención que los honestos. Y como san Google no hace distinciones (un voto positivo o uno negativo son iguales), cuantas más veces se pronuncia tu nombre en la web -se pincha en tu enlace-, más ganas. Esta paradoja provoca que cuanto más denuncies a un estafador, más subirá en el PageRank. Tu odio le hará crecer. Muchos vendedores deshonestos lo saben y han aprovechado las malas críticas como estrategia para posicionarse en la web.
Una lección más que nos da el mercado y una prueba más de que el consumismo es el que nos está matando; de que seguimos buscando culpables externos, de que somos muy poco generosos con el que lo hace bien, y de que en nuestro afán de venganza casi siempre estamos logrando el resultado opuesto al esperado.