No me gusta ir al ginecólogo. Pensad lo que queráis al respecto. A veces alguien me mete miedo con aquello de que hay que ir a las revisiones anuales para que nuestra condición de mujer no nos cuelgue la soga al cuello; ya se sabe, historias de terror sobre cánceres y enfermedades, como si las mujeres no tuviéramos mayor esperanza de vida que los hombres... Sí, sí, cierto es que en la mujer el aparato reproductor tiene más "desgaste" que en el sexo masculino y que debemos pasar de una medicina reactiva a una medicina preventiva...
Me sé todos estos argumentos, pero a día de hoy y siendo una mujer hecha y derecha no me gusta exponerme delante de un ginecólogo que la mayoría de las veces ni te da los buenos días ni te mira a la cara mientras revisa un cúmulo de papelajos y te manda quitarte la ropa. Que digo yo que a mi marido, o a cualquier otra pareja que haya tenido anteriormente, como mínimo le he exigido uno poco de atención y cariño antes de pasar a la parte del estriptís.
Y es que claro, una llega al ginecólogo y se tiene que poner a contarle sus intimidades. Que si cuándo me viene la regla, que si qué método anticonceptivo uso, que si cuántos embarazos y cuántos partos, que si tengo una o muchas parejas sexuales... Vamos, cosas que no le cuento ni a mi madres, se las tengo que contar a ese señor (o señora, que, como las meigas, haberlas haylas) así, por las buenas... Y eso no es lo peor de todo, sino que también te tienes que tumbar en un potro, recibir lecciones sobre como colocar el culo para ofrecerle una visión perfecta de tus genitales y dejarte explorar los bajos sin juegos preliminares de por medio.
Pues no, no me gusta. No me gusta ni creo que a ninguna mujer le parezca una experiencia ya no placentera, sino minimamente pasable. Podemos racionalizar, convencernos de que es necesario, relajar los esfínteres con el deseo de que pase antes, igual que miramos para otro lado cuando nos van a pinchar con la esperanza de que así duela menos.
Vamos a peor
Y claro,visto lo visto últimamente, pues se me quitan todavía más las ganas de pasar por la consulta de un ginecólogo. La asociación El Parto es Nuestro ha denunciado una serie de viñetas de supuesto humor publicadas en la gaceta oficial de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO). En este post de su blog, la asociación manifiesta su postura frente al lamentable ejercicio de gracietas emprendido por el colectivo de ginecólogos y yo no puedo sino aplaudir su valentía para denunciar.
Por un lado veo el ingente número de viñetas recopiladas y me pregunto cuánto tiempo lleva este despropósito en marcha. ¿Meses? ¿Años? Y en todo este tiempo nadie ha sacado la cara por las pacientes, denunciando que de gracia y chiste tienen poco estos dibujos. Ha tenido que ser un descubrimiento casual, seguido de una labor de documentación la que haya sacado a la luz este divertimento público que los ginecólogos ofrecen a la sociedad en su conjunto haciendo mofa y befa de sus pacientes.
Por otro lado, me pregunto cómo puede ser compatible este tipo de actitud con el juramento hipocrático que se supone que los profesionales médicos realizan con honestidad y no como mero trámite y por cumplir el expediente. Porque para mi el hecho de dibujar estas viñetas (por su autor) y darles altavoz y validez pública (como patronal de ginecólogos y obstetras) no tiene nada que ver con ejercer su profesión con "inocencia y pureza" (reirse del mal ajeno me parece que tiene poco de inocencia y pureza), que incumple el precepto de no tener otro objetivo que "el bien de los enfermos" (no creo que ningún enfermo que padezca alguna de las dolencias retratadas en las viñetas se sienta bien tratado) y tampoco cumple aquello de "me libraré de cometer voluntariamente faltas injuriosas", pues estas viñetas son cuanto menos ofensivas e injuriosas para el colectivo femenino en general y para las pacientes de ginecólogos y obstetras en particular.
En tercer lugar, y leyendo la carta de presentación del nuevo presidente de la SEGO, que tanto alude a estudios científicos y avances en la materia, no dejo de sorprenderme, como profesional de la comunicación, de que la "gaceta" (vaya nombrecito, de hace dos siglos) de una sociedad médica dé cabida en sus páginas a ejercicios de humor, cuando tal vez sería más apropiado que publicara contenidos científicos y médicos que avalen algunas de las tesis defendidas o denostadas en tan gratuitas viñetas.
Conclusión: si antes tenía pocas ganas de bajarme las bragas delante de un ginecólogo (sea ginesaurio o no), ahora tengo menos todavía, si cabe. No me bajo las bragas delante de nadie que:
- No me respeta.
- Espera cualquier oportunidad para reírse de mi, de mi condición, de mis dolencias.
- Lo hace de manera pública y notoria.
- Con el respaldo y consentimiento tácito de todo el colectivo de ginecólogos y obstetras.
- Aprovechándose de uno de mis momentos de mayor vulnerabilidad como mujer, exponiendo mi vida íntima y mis órganos sexuales ante un complet@ desconocid@.
- Gozando de una posición de autoridad y de fuerza.
Y, por último, el hecho de vestir una bata blanca no les exime de toda responsabilidad. No se escuden detrás de ella, siguen siendo personas tratando a personas, así que háganlo desde el respeto y la empatía. No se endiosen a si mismos, que cuanto más alto suban, más grande será la caída.
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