Y conste que no soy partidario, en general, de las prohibiciones, salvo que aprovechemos ese viaje para prohibir otras cuestiones como la prostitución, la trata de blancas, el botellón, la contaminación acústica... y, si se me apura, hasta la mala educación. La casuística es muy variada, si bien la diferencia es que en este caso el proceso ha partido de lo que comúnmente llamamos "gente de la calle", es decir, de una Iniciativa Legislativa Popular, que luego los partidos políticos han utilizado a su antojo. En Madrid la Asociación el Refugio ha iniciado el mismo camino, aunque habrá que ver aún si se acepta siquiera su debate en el Parlamento regional.
Dice Esperanza Aguirre, ganadera consorte, que esta medida del Parlamento de Cataluña sólo busca "romper lazos" y "enfrentar a los españoles". Pero vamos a ver, ¿por qué motivo las decisiones que adopta la Asamblea de Madrid son soberanas y, en cambio, las que vienen de otro parlamento igualmente elegido de forma democrática hay que cuestionarlas porque no nos gustan? La decisión, como es obvio, afecta y compete a Cataluña y no al resto, y no sólo eso, sino que los partidos catalanes han dado libertad de voto a sus diputados. ¿Dónde está el escándalo? La mayoría manda en Madrid, pero también en Barcelona, y esas son las reglas del juego. Aunque nos escueza. Ya se sabe, cuando los cuernos de tu vecino veas cortar, pon los tuyos a remojar. ¿O no era así el refrán?