Ser “campeón del mundo”, y por ende “de Europa”, no consiste sólo es subir a hacerse una foto con el trofeo entre una tupida lluvia de confeti, ni siquiera en ir clasificándote con cierta holgura para la siguiente edición del campeonato. A estas alturas, yo creo que todos nos hemos dado cuenta de que ser “campeón mundial y europeo” conlleva, sobre todo, sostener durante los cuatro años de reinado un prestigio. Como si dijéramos, ir exponiendo tu teoría del juego que te ha hecho más o menos famoso, confirmar que eres un gran equipo y corroborar que has llegado donde has llegado por indudables méritos.
Ya supongo que será difícil y muy cansado, pero, como decía aquel, “haber elegido muerte”.
En resumen, que uno no puede contentarse con ganar a Armenia o a las Islas Feroe, por ejemplo, en su ronda de clasificación para la Eurocopa, y luego ir arrastrándose por esos campos del mundo sufriendo goleadas, empatando in extremis o cerrándose atrás para conservar el resultado. Los campeones del mundo: Alemania, Italia, Argentina, Brasil… siempre se han caracterizado por marcar una época durante sus años de reinado, por imponer una visión del fútbol con la que uno puede estar más o menos de acuerdo, pero desde luego demostraba una personalidad. En cambio, España ahora mismo, en sus encuentros amistosos, o de exhibición por el mundo, hace recordar a aquella Grecia que ganó una Eurocopa de chiripa y que acabó pasando por la pequeña historia del fútbol sin la más mínima trascendencia…
Yo no sostengo que se tomen medidas drásticas, pero sí que, del mismo modo que se ensalzó hasta la empalagosidad al marqués de Del Bosque cuando se alzó la copa (y yo opino que el bueno de Vicente se encontró, en realidad, con el equipo ya hecho), del mismo modo ahora se le dé un toquecito. Sobre eso de dejar al equipo al pairo en los amistosos, pero también sobre otras frivolidades anteriores, como eso de convocar a un chaval del filial que apenas si había disputado unos minutos en Primera, postergando (y casi ofendiendo) al resto de laterales derechos españoles. Entonces se le rió la gracia, pero en realidad no era risible. Se quiera o no, esos caprichos acaban por repercutir en el bloque.
De igual modo, habría que cuestionarse el afán recaudatorio de la Federación, que es, en último caso, lo que provoca esos partidos amistosos a veces sin ton ni son. Tal vez habría que racionar (o racionalizar) esos partidos amistosos, esos viajes de Inglaterra a Costa Rica, con el consiguiente cansancio y la indiscutible pereza que se vio en el partido de ayer, cuando, quizás, con haber jugado un vibrante partido en Wembley demostrando el poderío que nos ha hecho campeones, hubiera sido más que suficiente para sostener ese prestigio necesario.
"Remate en plancha" es una sección de Miguel Baquero para Abracadabra