Hay un amigo de Castilla que dice que los principios, como la sociedad y la cultura, son cambiantes, y que, en realidad, no son más que una vía para que nos quieran los demás. Parte de razón tiene, porque en la guerra que libran empleado y jefe, lo importante, no es sólo ganar, sino que además la victoria tiene que ser pública y notoria.
Yo personalmente habría vendido la revista. Si fueran razones más importantes... vale. ¿Pero una revista vieja a cambio de disfrutar del presente? Vale, seguro que me lo gastaba en frivolidades, pero liarla así por una excentricidad... no sé qué es peor. Porque no es cuestión de principios, sino de cabezonería.
Como es una comedia dramática hay situaciones absurdas y los personajes están bastante estereotipados, pero bueno, Norma Aleandro sabe dotar de ternura y gracia al papel un poco tonto y frívolo de Sarita y de Federico Lupi, qué voy a decir, yo me creo cualquier cosa que haga. Pero quien realmente se luce es Pablo Echarri, que compone magistralmente su papel de yuppie sin escrúpulos, que, en el fondo, también tiene su corazoncito.
Supongo que es la enésima vez que se trata la confrontación ética-pragmatismo y no aporta nada nuevo. Pero la película se ve a gusto: para pasar un buen rato sin más pretensiones.
ANDREVA