Natalia Menéndez (Avilés, 1973). Es Doctora en Filología inglesa y compagina la escritura de poesía, narrativa y ensayo con la docencia de Lengua y Literatura en un instituto de enseñanza secundaria. Hasta la fecha ha publicado cinco libros de poesía: Las virtudes cardinales (Ayto. Avilés, 2007), La nostalgia del caníbal (KRK, 2007), Restos de un naufragio (Universos, 2008), El síndrome Kalashnikov (Trabe, 2012), e Invadir Babel (Torremozas, 2017). También es autora de un libro recopilatorio de artículos de prensa Ciencias inexactas (Trabe, 2014), y de varios libros compartidos sobre literatura inglesa. Sus poemas aparecen en diversas antologías como Luz ilesa, Voces nuevas XIX selección, Kaleidoscopia, Los 52 Golpes o Histeria. Desde 2017 ha publicado relatos en libros colectivos como [O] Anatomías del Antiguo (Alternativas, 2017), Erótica XXI (Alternativas, 2018), Habitación 2019 (Alternativas, 2018), De Vinos (Alternativas, 2019), Miedos (Alternativas, 2019), Cocina en su tinta (Más Madera, 2019).Ha obtenido los premios de poesía "Ana de Valle 2006", exaqueo por Las Virtudes Cardinales, "Nene Losada Rico 2006" por Restos de un naufragio y el "Premio Asturias Joven de Poesía 2007" por Los restos del naufragio.Su sexto libro de poesía Calibán (Torremozas), será publicado cuando termine el confinamiento.
-¿Cómo son tus días de confinamiento? ¿A qué dedicas todas las horas por delante del día?Desde que comenzó el estado de alarma he estado muy ocupada con el teletrabajo. Soy profesora y jefa de estudios en un instituto y he tenido que adaptarme a la gestión virtual de un centro y del aula, algo realmente complejo a lo que se añaden las instrucciones ambiguas y, en ocasiones, contradictorias de la Consejería de Educación del Principado de Asturias. Al final, esto se traduce en un trabajo sin horario, pues las consultas del profesorado, alumnado y familias, llegan a cualquier hora, y yo no puedo evitar atenderlas en el momento. Este planteamiento supone muchas horas de ordenador y de teléfono, por lo que el resto del tiempo intento apartarme un poco de las pantallas, evitar los grupos de whatsapp, la sobreinformación, y la desinformación que llega por medios digitales, redes sociales, y televisión y dedicarme al papel, es decir a leer y a dibujar, que es algo que me hace desconectar. Escribo poco, porque aunque mis primeros libros de poesía los escribí en libretas, hace tiempo que escribo ideas, poemas, textos también en pantallas (móvil, tablet, ordenador), así que me mantengo un poco alejada de la creatividad literaria para evitarlas. No estoy sola, hago vida familiar como cualquiera y no me aburro en ningún momento.
-¿Cómo es el lugar donde vives?Tengo la suerte de estar pasando esta situación en una casa en zona rural. Aunque no es una casa grande, es suficiente para dos adultos, una niña y un perro pequeño, tiene un terreno bastante extenso y esto hace que el encierro no sea un encierro real. No obstante, esta circunstancia te hace distanciarte de la realidad urbana y no te permite percibir realmente las dimensiones del confinamiento. Aquí tengo todo lo que necesito, estoy con mi familia y puedo estar al aire libre, es todo un privilegio.
-¿Qué es lo que más has añorado hacer en estos días y lo que menos?No podemos decir que el confinamiento implique un aislamiento social, porque estamos en contacto permanentemente por diversos medios, pero es, evidentemente, el contacto "presencial" lo que más echo de menos. Me gustaría volver al aula, el trato con mi alumnado y el resto del profesorado es una de las cosas que más me gusta de mi trabajo y, obviamente, tomar una caña con las personas que me importan, estar con mi familia. Por otro lado, he dejado de levantarme a las siete menos diez, me levanto más tarde y, la verdad, madrugar es lo que menos echo de menos.
-¿Crees que habrá un "antes" y un "después" tras este confinamiento?Es irónico, porque la mayor parte del tiempo la gente va mirando la pantalla del móvil, y, ahora, recuperar nuestra vida social parece lo más urgente en nuestra lista de prioridades. Ojalá esto sirva para valorar un poco más la compañía de las personas. Es posible que haya cambios, aunque sean temporales, en las relaciones, en la actitud hacia ciertos colectivos, aunque, tal vez, nos olvidemos pronto de todo esto y la solidaridad sea un espejismo. Me preocupa la situación económica derivada de esta crisis, pero, lo cierto, es que no tengo muy claro lo que nos deparará el futuro inmediato. A nivel educativo, que es mi ámbito profesional, sí que veo un cambio evidente. Urge una adaptación docente al medio digital, de modo coordinado y coherente. Hay que repensar muchas cuestiones y estar preparados para lo que pueda pasar.
-¿Qué será lo primero que harás cuando se acabe el confinamiento?Seguramente, lo primero que haga me vendrá impuesto, porque el primer día tendré que ir a trabajar. Después, iré a ver a mi madre. Seguramente, pasearé por Avilés, intentaré quedar con algunas personas para cerrar algunas cuentas pendientes, celebraciones que no pudimos llevar a cabo y que siguen ahí, en la agenda, esperando a que esto termine. Me lo tomaré todo con tranquilidad, sin prisas. Y retomaré el proyecto literario que dejé en suspenso. Esta primavera iba a publicar mi sexto libro de poesía con la editorial Torremozas y he tenido que posponerlo. Espero que pueda planificar presentaciones para el otoño.
MANOLO D. ABAD