Cuestiones de psicología

Publicado el 21 abril 2017 por Tomarlapalabra

Durante mucho tiempo me hice la pregunta de ¿qué significa exactamente madurar?, solo después de cumplidos los 30 años comencé a encontrar respuestas a tal interrogante. Hoy estoy convencido de que se trata de un proceso que no puede ser violentado, aunque existen hechos que lo aceleran o retrasan.

En lo concerniente a las ideas políticas y a entender el significado profundo de las acciones represivas que en Cuba suceden, la madurez significa atravesar esa etapa en la que culpas a todo y a todos de lo que te pasa, menos al verdadero culpable.

Recuerdo en mis inicios como libre pensador, cuando no existía ni siquiera Somos+, fui apresado en Santiago de Cuba mientras ayudaba a varios amigos incluido el Padre José Conrado a recuperarse tras el impacto del Huracán Sandy. Allí me dijo la Seguridad del Estado que el arresto se debía a unos twitts de Yoani en los que afirmaba que yo había ido a Santiago por encargo de ella “a servirle de informante para su blog”.

Como recién estaba conociendo tanto a Yoani como a Reinaldo, y efectivamente ella me había hecho una llamada para preguntarme cómo estaba aquello, por mi mente pasó la idea de que ésta afirmación podía ser cierta. El hambre (pésima consejera), el sueño, la incomodidad de pasar horas esposado en una patrulla y la pérdida de mi mochila con mis cosas empeoraban mi percepción del asunto.
¡Cómo se le ocurre! Pensaba para mis adentros. – Si ella sabe cómo son esta gente, no debió escribir nada de eso… Durante el largo viaje de regreso a Las Tunas la vine culpando de todo. Al llegar y recuperar mi teléfono la llamé para pedirle una explicación. Ella, que ya había madurado lo suficiente me respondió con una tranquilidad absoluta: “muchacho, eso no es cierto, ya verás cuando puedas conectarte que te han mentido, yo jamás pondría en juego tu seguridad por lograr una primicia periodística, aquí estaré siempre para lo que necesites”.

Sus palabras resultaron ser ciertas y yo me sentí mal. Con el tiempo se fueron sumando nuevos arrestos y me fui dando cuenta de que los represores tenían un guion perfectamente ensayado para hacerte creer siempre que alguien de tu entorno tiene la culpa de lo que ellos hacen.

A veces te inducen a creer que fulano o mengano te delató, o que tal o mas cual cometió una imprudencia, o dijo lo que no tenía que decir y por tal razón, ellos, pobrecitos, se vieron en la obligación de actuar.

En los peores momentos, por ejemplo, cuando estás solo en un oscuro calabozo, o cuando te privan de estudiar, o te despojan de tus queridos bienes, por mucho que luches contra tu mente, ésta intentará culpar a alguien de lo ocurrido, incluyéndote a ti mismo.

Te preguntas si debiste “meterte en esto”, si las personas con que te reúnes “son las correctas”, si vale o no la pena todo lo que está pasando. Y ése es el punto crucial que, a lo largo de la historia (no de Cuba, sino de la humanidad) muchos no lograron cruzar y se replegaron, se arrepintieron, se auto flagelaron y enmudecieron, a veces para siempre.

Los pocos que hicieron un profundo ejercicio de meditación y se afianzaron en la justeza de su causa, cambiaron el mundo tarde o temprano, al costo que correspondió en cada caso.
Los únicos culpables de todos nuestros tormentos en Cuba son los gobernantes y sus represores a sueldo. No importa un bledo si alguien pudo haber hecho mejor o peor las cosas, ellos tienen el control de nuestras comunicaciones, conocen y estudian cada movimiento, presionan a nuestras amistades y simpatizantes, les molestan nuestras ideas y acceden a ellas con absoluta facilidad puesto que no las ocultamos. Harían lo que hacen de cualquier forma, tarde o temprano, directamente o a través de cómplices manipulables. No permitamos que el instinto de supervivencia altere nuestra racionalidad.

Como líder de una organización uno está obligado a convocar, a orientar tareas, a realizar actividades propias de la vida política. Esto no siempre es fácil, pues uno sabe lo que puede implicar para cada miembro su participación en cualquier iniciativa. Yo diría que el freno más grande que tengo en este momento es precisamente la responsabilidad que implica poner en riesgo la integridad de otras personas. Más aún cuando no tienes en las manos el poder de retribuirles inmediatamente aquello que puedan perder. Eso lo sabe y lo usa la Seguridad del Estado.

De manera que un luchador contra cualquier forma de tiranía, para ser efectivo y no morir de tristeza, debe ser alguien sumamente desprendido de ataduras formales o cosas materiales. Puesto que intentarán quitarte todo aquello a lo que se presuma vives aferrado.

Tendremos que reinventarnos una y otra vez, hacer las cosas con más o menos recursos, dormir cómodamente y comer bien mientras podamos acumulando fuerzas por si necesitamos dejar de dormir y de comer en algún momento. Disfrutar del amor y del cariño de nuestros seres queridos, de nuestros amigos, de nuestras mascotas mientras las tengamos cerca para abrasarlas. Pues serán esos momentos los que nos reconforten si nos privan de su compañía.
Debemos evitar las expectativas demasiado altas en cuanto a la fidelidad o la lealtad de cualquier persona, entendiendo que todo puede cambiar de la noche a la mañana y sin previo aviso.

No se trata de posponer la vida, como algunos piensan, para cuando Cuba sea libre y democrática. Se trata de que tales objetivos constituyan la esencia misma de nuestras vidas.

Ing. Eliécer Ávila
Somos+