"Cuída de los Idus de Marzo..." le advirtieron a Julio César ¿Queréis saber dónde sucedió todo?
Por DescubriendonuevasciudadesLa madrugada del 15 de marzo del año 44 a. C. la esposa del César, Calpurnia Pisonis se despierta aterrada, ha tenido una pesadilla horrible, en ella aparece su marido con todo el cuerpo ensangrentado…
Ese día por la mañana el general duda si ir a la asamblea de los senadores o quedarse en casa tras las advertencias de su esposa.
Al final decide ir a la Curia para participar en la reunión tal y como estaba previsto. Sus esclavos lo llevan en su litera por las calles de Roma como siempre suelen hacer, hasta que en un momento dado un hombre los para, tiene un mensaje muy importante para el César.
Se trata de Artemidoro de Cnido un filósofo griego que conoce el complot y pretende avisar a César, así que intenta atravesar la multitud que rodea al cónsul para entregarle una nota avisándolo de lo que sucederá, pero César no tiene tiempo de prestarle atención y no lee la nota, se la guarda en el bolsillo.
No ha sido el único en avisarle, el augur etrusco Espurnia ya le había dado alguna pista con la célebre frase “cuida de los Idus de Marzo”, es decir del 15 de marzo en concreto. Ese día, de camino al Senado, se encontró al augur y riendo le dijo “Los Idus de Marzo ya han llegado”, a lo que el augur le respondió “Sí, pero aún no han acabado”.
Los Idus eran los días 13 de cada mes, excepto en marzo, mayo, julio y octubre que se celebraba el día 15. Se supone que esos días eran jornadas de buenas noticias, excepto para algunos claro…
Pero es que lo curioso del caso es que la misma noche anterior al asesinato, Julio César se encuentra cenando en casa de unos amigos, y en un momento dado sale en la conversación como por casualidad una pregunta que podría haberle hecho pensar un poco, pues le preguntan cuál considera que es la mejor manera de morir, a lo que César le responde que “él aspira a un final súbito e inesperado…” y vaya si lo tuvo!
Pero antes de saber qué sucedió, tal vez deberíamos conocer un poco al protagonista de la historia. Julio César tenía 56 años cuando murió, era el dueño absoluto de Roma, gobernaba de forma autoritaria, cosa que le llevó a tener una gran popularidad entre el pueblo llano, a pesar de que la República estaba en un proceso agonizante. El Senado no paraba de concederle títulos y prebendas, incluso él mismo presume de ser el Pontífex Maximus. Su persona es declarada inviolable y le confieren el título de Dictador, concediéndole amplios poderes legislativos. Su culto a la personalidad es irrefrenable, se erigen estatuas por doquier en todos los templos de la ciudad. Ostenta también el título de Pater Patriae y el día de su cumpleaños es declarado como festividad pública.
Cuando regresa a la ciudad de alguna de sus campañas bélicas, la multitud le aclama “Rex, Rex, Rex…” pero Julio César no se muestra muy halagado, al menos de cara al público. Tiene muy claro que la República castiga con pena de muerte a todo aquel que se quiera proclamar rey. César es un dictador que actúa como monarca, pero no lo hace de manera despiadada ya que su interés principal es el bien común.
Pero no todo son vítores y halagos. Entre algunos sectores del Senado romano no están muy de acuerdo con su visión política. Muchos los desacreditan difundiendo rumores estrambóticos como que quiere trasladar la capital del imperio a Alejandría, que quiere promulgar una ley que le permita casarse con tantas mujeres como quisiese con el fin de engendrar un heredero al que traspasarle el poder…
Ahora es el momento de saber el porqué, el cómo y el dónde sucedió todo.
Los conspiradores deben actuar con celeridad, pues César es consciente de que el clima político se está enrareciendo por momentos, así que decide que se marchará de la capital en un par de días. Tiene planes para ir hacia Siria con la intención de extender el imperio y sus dominios más allá del Éufrates, quiere superar al mismo Alejandro Magno. Para ello ha decidido que el 18 de marzo abandonará la ciudad para no volver en varios años, hasta que consiga sus propósitos.
Es por ello que los conspiradores deciden adelantar la fechoría al 15 de marzo, el lugar ha de ser público, delante del Senado, de esta manera se subrayará el carácter patriótico del acto ya que consideraban que con César la República estaba en peligro.
Lo curioso del caso es que los conspiradores, unos sesenta, eran tan sólo un 7% del senado. Todos tienen en común que son antiguos rivales del César, y que él mismo decidió perdonarles y dejarlos con vida.
César ya ha llegado al lugar de los hechos, allí Lucio Tudio Cimbro, uno de los que participan en el complot, se arrodilla ante él pidiéndole perdón para su hermano, mientras se arrodilla le tira de la toga y le descubre la nuca. Ésa es la señal para el complot en la que participan una sesentena de personas, y cuyos cabecillas son Casio Longino y Marco Bruto. Los conspiradores lo apuñalan con saña, y César intenta defenderse como puede hasta que ve que su hijo está con los asesinos, ya sólo tiene fuerza para pronunciar la famosa frase: “Tu quoque fili mio” (tú también hijo mío). Al final se lleva 23 puñaladas de las que sólo una será la mortal, la que va directa al corazón. De las otras 22 podría haber sobrevivido. Medio tapado por su ensangrentada túnica cae ante la estatua de antiguo rival ya fallecido, Pompeyo.
Ahora que la historia de lo sucedido ya la sabemos a grandes rasgos, lo que nos falta es ubicar donde sucedió todo. Y ese lugar está en el área arqueológica de Torre Argentina. El punto preciso no se sabía con exactitud, unos decían que había sido en los bajos de un restaurante cercano, otros que justo debajo de la calle por donde transita el tranvía…
El nombre de Largo di Torre Argentina no tiene nada que ver con el país sudamericano, sino que se debe a la Torre Argentina. Bautizada así por Johannes Burckardt, un alto prelado nacido en Estrasburgo y que desde 1483 fue el maestro de ceremonias de los papas Sixto IV, Inocencio VIII, Alejandro VI Borgia, Pío III y Julio II.
El mismo Johannes compró el terreno que había al lado de los restos del Teatro de Pompeyo, situado en la Vía del Sudario, 44 y mandó construir un palacio con una torre. No busquéis la torre, ya que fue destruida en el siglo XIX casi por completo. El palacio ahora es conocido como la Casa del Bucardo y alberga el museo teatral SIAE, con máscaras de teatro griego, romano, latino, marionetas de los siglos XVIII al XIX, fotografías y ropas de actores famosos.
El Largo di Torre Argentina está formado por un área arqueológica rectangular en que quedan los restos de 4 templos aún visibles, con sus columnas. El descubrimiento de estos restos fue más bien por casualidad, cuando a finales de los años 1920, había un barrio medieval que el régimen de Mussolini pretendía echar abajo para así edificar un complejo de edificios residenciales.
Al empezar a remover la tierras salieron a la luz los restos del antiguo Teatro de Pompeyo, sede de la Curia Romana, y lugar del asesinato de César.
Estos templos se remontan a varias épocas, siendo el más antiguo de finales del si III a.C. Próximamente será posible visitar el entramado de túneles que pertenecen a diferentes épocas, de momento no es posible su visita.
El Templo 1 se erigió en honor a Iuno Curritis a mediados del siglo III a.C. y fue reconstruido en el I. Estaba dedicado a Juturna la ninfa de las fuentes.
El templo 2, que es circular, se erigió en honor a Aedes Fortunae Huiusce Diei, era el templo de la Fortuna del día Presente, y corresponde hacia finales del siglo II a.C.
El templo 3, está dedicado a Feronia, antigua diosa itálica de la fertilidad, protectora de los bosques, de las siegas y del trigo. El edificio está datado entre finales del siglo IV y principios del siglo III a C.
Por último, el templo número 4 es el Santuario erigido a principios del siglo II a. C. En honor a Larum Permarinum, los Lares eran los Lares eran los espíritus protectores del mar.
Gracias a estos trabajos arqueológicos se sabe con exactitud el lugar donde murió César, uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad.
Detrás de los templos 2 y 3 se encuentra el basamento de toba que formaba parte de la Curia de Pompeyo, es decir del Senado Romano. Se encuentra en el lado oeste de esta área, casi rozando el límite con la Vía di Torre Argentina, incrustada en un terreno en el césped se puede ver una pieza de mármol blanco alargada, de tamaño rectangular. Es lo que queda de la base de una letrina pública.
Se estima que en el siglo I d.C. se construyó una instalación sanitaria, para que los ciudadanos pudieran realizar allí sus necesidades. Esta iniciativa seguramente fue política, ya que de esta manera se impedía que se pudiera rendir culto a César, y su nombre no eclipsaría a los posteriores gobernantes.
Es por ese motivo que muchos romanos y turistas deciden rendirle homenaje y tributo en las excavaciones del Foro Romano, a escasos metros del Coliseo. La gente suele dejar flores en el lugar donde su cuerpo fue incinerado, y el único lugar acreditado donde su cuerpo reposó por última vez.
Cuando empezaron las excavaciones se encontraron los pies y una cabeza gigante de una diosa. Fue a parar al museo Centrale Montemartini, una antigua central eléctrica de 1912, reconvertida en museo y que también alberga más de 400 piezas de la colección de los Museos Capitolinos.