Pero el comportamiento del PP fue frustrante y traidor a sus votantes porque incumplió sus promesas y en lugar de cambiar el mundo que Zapatero empezó a construir, lo apuntaló y fortaleció, generando en el electorado confusión y una decepción profunda que repercutió en el PP, partido que ha perdido su liderazgo y que ha hecho posible que el peor de los socialismos, el que representa Pedro Sánchez, haya retornado al poder, cuando después de Zapatero se encontraba asfixiado y en agonía.
De verdad, ¿no hemos aprendido nada desde 2011?
Cuando Rajoy venció en las elecciones de noviembre de aquel año, el centro-derecha español disfrutaba de entusiasmo (186 diputados, 11 millones de votos). Los votantes, triunfantes y esperanzados, pensaron que por fin tendrían un gobierno que enderezaría el rumbo de España hacia el caos y que acabaría con los lamentables errores y experimentos ideológicos de Zapatero.
Pero la realidad no pudo ser más decepcionante: Rajoy no solo no desmanteló la herencia de ZP, sino que la apuntaló (aborto, memoria histórica, adoctrinamiento en las aulas, etc…) y condecoró al socialista, probablemente el peor dirigente español desde Fernando VII.
Rajoy logró que el cambio en la Moncloa apenas se notara. Abandonó de la pelea ideológica y se hizo colaboracionista de la izquierda, a la que quiso cautivar con guiños y cesiones, olvidando que a los escorpiones se les pisa, no se les cuida como mascotas.
La consecuencia de la cobardía y traición del PP de Rajoy es Pablo Casado, líder de un partido que hoy se arrastra tras haber perdido la mitad de sus apoyos y gran parte de su prestigio y respeto.
Pablo Casado, con una representación parlamentaria minoritaria e incapaz de frenar los abusos y suciedades del gobierno Sanchez-Iglesias, no debe olvidar nunca a donde conduce el desarme de las ideas que promueven en el PP pragmáticos a los que unicamente les interesa el poder, como Feijóo, cuyo objetivo final inconfesado es desplazar a Casado y sustituirlo al frente de un PP engañoso, que se declarará de derechas pero que nadará en las aguas de la izquierda.
Las líneas políticas que encarna Feijóo son las que han hecho posible el actual gobierno, donde todos los enemgos de España, encabezados por un PSOE resucitado y pervertido, gobiernan la nación y la conducen hacia territorios de gran peligro, marcados por la pobreza y el enfrentamiento.
Galicia tiene hoy en sus manos el destino de la derecha en España, al menos de esa derecha decadente y frustrante que se llama PP, acosada por partidos más fuertes y auténticos como VOX, que amenaza con arrebatarle la hegemonía en la derecha española.
Francisco Rubiales