Hace unos días me preguntaron si
la procesionaria del pino afectaba también a los gatos. Pues sí, la
procesionaria del pino afecta a los perros, a los gatos, a los humanos y a todo ser vivo que tenga un contacto directo con ella.
Lo que tenemos que tener claro sobre la procesionaria del pino es:- Aunque su pleno apogeo estará en torno a la primavera, podemos empezar a encontrarla desde finales de enero – febrero si hace buen tiempo.
- Hablamos de procesionaria del pino pero la podemos encontrar en otros árboles como cedros o abetos.
- La podemos encontrar en todos los lugares donde estén estos árboles, es ridículo pensar que solo la vamos a encontrar en el campo.
- Son muy peligrosas, tanto, que puede afectar gravemente a un niño y puede matar a nuestra mascota. No exagero.
- No solo afecta a los perros, que las campañas veterinarias suelen ir dirigidas a los perros es porque es la mascota más común que tenemos y que paseamos por lugares donde podemos encontrar estas orugas. Son campañas que nos avisan, nos alertan y lo hacen de la manera que más nos llega, a través de la mascota más común. Con esto dejamos claro que las orugas nos pueden dañar a los gatos, a los conejos y a todas las mascotas que tengan un contacto directo con el pelo de las orugas, que en definitiva, es lo que causa el mal.
- Si sospechamos que nuestro animal está sufriendo un cuadro debido a la procesionaria, no tocar, no lavar, solo cogeremos a nuestro animal, sea perro o gato, y lo llevamos de inmediato al veterinario. ¿Cómo podemos sospechar eso? Pues si vemos que nuestro animal tiene el hocico inflamado, tiene dificultades para respirar, comer o beber, o tiene su patas inflamadas y se rasca mucho, son algunos de los indicadores de que algo no va bien siempre y cuando hayamos estado en una zona donde podrían estar las procesionarias.
- La recomendación más sensata para evitar a estas orugitas que tanto daño hacen es evitar aquellos parajes donde sospechemos que pueden estar. Hoy por hoy, cada vez son más los parques y zonas de árboles, que son tratadas para que la procesionaria no haga su aparición pero aún así, hay que extremar las precauciones. Con los perros lo tenemos muy fácil, solo hay que evitar el llevarlos de paseo por aquellas zonas. Con los gatos no lo tenemos tan fácil porque si nuestro gato es el que está acostumbrado a dar su paseo y luego volver a casa, no tenemos manera de controlar donde van o donde no van. Solo os puedo aconsejar que en estos meses, si vives en zona donde haya mucha procesionaria, intentes que tu gato no salga a la calla si no está bajo tu control.