CUIDADO CON LOS MANIMANITAS, por @PitiFerrer

Publicado el 08 septiembre 2013 por Catalega @Catalega
¡Cuánto daño ha hecho en las economías españolas programas como Bricomanía o Decogarden! Realmente, cuando ves éstos programas dices “¡bua, que fácil!, ¡eso lo hago yo!”. Claro que es fácil... como que el presentador del programa es un “pofesional” de la carpintería, pintura, electricidad, fontanería etc, etc, etc… ¡Y encima tiene todas las maquinistas, clases de pinturas y productos que puedas encontrar en una ferretería "gratis"! Porque no hay que olvidar que éste tipo de empresas son las que patrocinas esos programas. Luego, en la vida real, pasa lo que pasa. Hay quienes son unos manitas y ¡hay quien la lía parda! El manitas, generalmente, como disfruta haciendo trabajos en su casa y busca un acabado perfecto en todo lo que hace, a lo largo de los años ha acumulado un “arsenal” de maquinaria y ha adquirido una serie de conocimientos fruto de equivocaciones, investigaciones y, sobre todo, mucha práctica. Vamos, fácilmente podría trabajar como profesional autónomo. Otra cosa es el manimanitas que además no es ni aficionado a las manualidades. Éstos, por norma general, encima que no saben, lo suelen arreglar todo yendo a los chinos y, como mucho, a la sección correspondiente de, por ejemplo, por ejemplo, Carrefour. Bueno, y ya es lo más de lo más cuando van al Leroy Merlin. No sé qué opción es peor: - Porque quien va a los chinos lo que compra suele ser de muy mala calidad. Encima, como no está acostumbrado a utilizar esos materiales, le suelen pasar cosas en plan “se me ha roto el borde del jarrón y voy a comprar un pegamento de esos súper rápidos que lo pegan todo”. Pero todo, todo, todo ¡hasta los dedos! Eso se podría llamar perfectamente el “Síndrome de la taza de té”, con el pulgar y el índice pegaditos y los otros tres dedos tiesos... - Luego, como he dicho antes, está el que va al pasillo correspondiente de Carrefour y, mirando el precio, compra a su libre albedrío. Oh, oh... PELIGRO-PELIGRO-PELIGRO. Lo de éstos son como las recetas del ¡Hola!: siempre hay uno o dos ingredientes que no hay forma de encontrarlos, son caros o, peor, no se sabe lo que son. ¿Qué se hace? Fácil, se sustituye por otro o directamente no se echa. Resultado: cualquier parecido con la receta original es pura ficción. Bien... pues esto llevado al mundo del bricolaje es lo mismo, con la diferencia de que la comida la tiras y “la obra maestra” tiene que ser arreglada por un profesional del gremio ¡porque eso no se puede quedar así! (ésta frase la suele decir la persona que vive con el manimanitas). Así que, a la factura del Carrefour y a la pérdida de tiempo personal, hay que sumarle la factura oficial del que ha arreglado el desaguisado. - Y por último, el que decide que su nueva afición va a ser el bricolaje y se va a una tienda especializada para dejarse asesorar por el dependiente cuyo objetivo es vender lo que haga falta y, si es caro, mejor. Pobrecillo, es como un pequeño cervatillo  suelto en mitad de un bosque con lobos... La historia de estos acaba de forma parecida a la de los anteriores...