Este presidente de gobierno al que muchos periodistas presentaban como un vago dormilón, de creer a Pedro J. Ramírez y a Artur Mas, podría ser un pistolero del oeste que va dejando cadáveres por el camino mientras esquiva los disparos de sus enemigos.
Cuidado con Mariano Rajoy, nos ha dicho Pedro J. Ramírez, fundador y director durante 25 años del diario “El Mundo”, que le atribuye su destitución, aunque no pudo denunciar un solo acto de acoso a su periódico: sólo se constata que Rajoy lo trataba como si no existiera.
Los propietarios italianos del diario no señalan a Rajoy: justifican la cesantía por sus errores de gestión, causantes de importantes pérdidas.
Ramírez, que con Juan Luís Cebrián de “El País”, influyó en España logrando que Felipe González, Aznar y Zapatero reaccionaran apocados ante sus exclusivas y editoriales, encontró un Rajoy impasible, pese a los casos Bárcenas y Gürtel que le arrojaba.
Rajoy tampoco se dejó influir, como sus antecesores, por el chantaje creciente del nacionalismo catalán que, desesperado, se lanzó definitivamente al separatismo.
Pero esa idea romántica y xenófoba de la Liga Norte española contra los sureños puede desinflarse por cansancio o al chocar con la realidad, y en los últimos días se diría que su entusiasmo decae ante la contraofensiva estatal razonada, y no pasional.
Entre tanto, Rajoy sigue el duro prontuario marcado por Europa; si lo alivia y recupera medianamente el país de la ruina zapateril, quizás repita el triunfo electoral en 2015.
El mayor error rajoyano fue concederle la libertad por enfermedad a Bolinaga, etarra torturador de Ortega Lara.
Así propició la creación del nuevo partido Vox, que puede dañarle desde la derecha centralista, aunque, si es tan killer como dice Ramírez, que se cuiden de él esos rivales unidos alrededor del todavía torturado Ortega Lara.
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SALAS