Quien no sea políticamente correcto las 24 horas del día termina acribillado por la beatería progresí, como acaba de ocurrirle a Richard Keys y Andy Gray, los locutores estrella de fútbol de la cadena británica Sky durante 20 años.
Recientemente, en una conversación personal antes de la transmisión de un partido de la Premier League, dudaron de la capacidad de una mujer para ser linier del encuentro.
No dijeron grosería alguna. Sólo señalaron que no creían que las mujeres deberían ser árbitros en la división de honor masculina, sólo de hombres. Quizás no tuvieran razón, pero tenían derecho a pensar así, o lo contrario.
Algún delator difundió la grabación de ese diálogo. Inmediatamente los denunciaron por machistas y sexistas. Uno dimitió, el otro fue despedido.
El Reino Unido es el paraíso de lo políticamente correcto, de las pajín de guardia y de otros vigilantes-represores de las libertades individuales. La policía progresí ya prohíbe expresar, incluso entre amigos, lo que se desee.
Un periodista británico iría a prisión por “odio religioso” si escribiera, como hizo este cronista, que las cajeras de unas tiendas inglesas embozadas en los niqab parecen atracadores por ir cubiertas de negro y con antifaces.
Allí debe dársele trabajo a gente ocultada así, como pronto se hará en España con futura la Ley de Igualdad zapateril.
Hace poco persiguieron como alimaña desde todas las antenas progresís al provocador periodista Salvador Soltres por decir fuera de antena, bromeando para escandalizar a sus compañeros de Telemadrid, que le gustan las chicas jóvenes “porque no huelen a ácido úrico”. Grosería estúpida y procaz, denunciada para exterminar al enemigo ideológico, pero no un delito.
Están convirtiendo la incorrección política en crimen. Proliferan los delatores-inquisidores de las conversaciones privadas. Estados policiales, como con Hitler, Stalin o Franco. ¡Las paredes oyen!
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SALAS, Si uno busca en sus archivos siempre encuentra algo relacionado con la crónica del día. Véase aquí:
Aparte, ha visto así la visita de Ángela Merkel, según publica hoy en El Correo Gallego: