En un aislado castillo de Irlanda, viven George (Donald Pleasence) y su joven y hermosa mujer Teresa (Françoise Dorléac). Un día, aparecen dos gángsters que se encuentran escapando de la policía, los que eventualmente comenzaran a molestar seriamente a la pareja.
Tras estrenar exitosamente la cinta “Repulsion” (1965), el director Roman Polanski decidió rescatar un guión que había escrito tres años antes con Gerard Brach, quien también había estado involucrado en el reciente proyecto del polaco. La productora Compton Films, que antes de “Repulsion” solo hacía porno, decidió producir este nuevo trabajo del director que en un principio llevaba por título “When Katelbach Comes”. El film se rodaría en Northumberland, Inglaterra, específicamente en las inmediaciones de una enorme playa donde se ubicaba un gran castillo solitario. Aunque el papel protagónico iba a ser interpretado por el mismo Polanski, tras la rotunda oposición del productor Michael Klinger (con quien el director tendría una serie de problemas que lo llevarían a pensar en abandonar el proyecto), el rol cayó en las manos de Donald Pleasence, que el primer día de filmación apareció con la cabeza totalmente rapada. Por otro lado, Françoise Dorléac, hermana de Catherine Deneuve, se quedaría con el rol de Teresa.
La cinta se centra en la curiosa relación de George y Teresa, una pareja de recién casados que viven en un enorme castillo ubicado en una playa desértica. En aquel solitario refugio, George busca desligarse de todos los lazos que lo unen a su pasado junto a su ex esposa Agnes, al mismo tiempo que intenta convencerse de que su matrimonio con Teresa va viento en popa. Lamentablemente para él, su flamante nueva esposa ha comenzado a cansarse de su comportamiento afeminado y de su falta de poder sexual, por lo que es evidente que su relación se encuentra en un punto bastante álgido. De hecho, Polanski rápidamente se encarga de retratar al matrimonio como una complete farsa, presentando a Teresa como una esposa infiel, que envía a su marido a volar una cometa mientras ella lo engaña con Christopher (Iain Quarrier), el hijo de sus vecinos. Y es que Teresa está lejos de ser una tímida ama de casa, sino que más bien es una mujer que utiliza su feminidad para controlar a los hombres, especialmente a su esposo, tanto mental como sexualmente.
La verdad es que George es un hombre débil de carácter y fácilmente intimidable, que además es completamente dependiente de su esposa. Esto es aprovechado por Teresa, quien no duda en divertirse a costa de la poca dignidad que exhibe su marido. Arrebatándole la poca masculinidad que le queda a George, ella asume un completo control de su persona. A raíz de esta misma situación, es que a Dickie (Lionel Stander), uno de los dos gángsters que invaden el aislado santuario de la pareja, no le tomará mucho trabajo asumir el control de sus anfitriones involuntarios. Y es que a diferencia de George, Dickie exuda masculinidad, la cual expresa maltratando de manera física y verbal a sus improvisados rehenes, sin que estos siquiera lo provoquen. En cierta medida, a través de la violencia el delincuente no hace otra cosa más que expresar el desagrado que le provoca el decadente estilo de vida de George, y al mismo tiempo se desahoga de la impotencia experimentada luego de hablar con su jefe el Señor Katelbach, quien supuestamente acudirá al solitario castillo para rescatar tanto a Dickie como a su moribundo compañero Albie (Jack MacGowran).
Como es de esperarse, la llegada de la pareja de criminales no hará más que deteriorar aún más la compleja relación existente entre George y Teresa. El carácter dominante de Dickie provocará que la mujer constantemente le esté recriminando a su marido su evidente pasividad ante la situación. Entre los personajes protagónicos se establece un extraño triángulo, que deja al descubierto los deseos más oscuros de cada uno de ellos, y que al mismo tiempo establece una torcida lucha de poderes principalmente entre Teresa y Dickie, dejando a George atrapado en el fuego cruzado de dos personalidades completamente dominantes y manipuladoras. Más allá del conflicto central, en un momento del film son presentados otros personajes que provocan una serie de divertidas situaciones. Específicamente esto sucede cuando una inesperada comitiva llega de visita al castillo, obligando a Dickie a hacerse pasar por el jardinero/mayordomo del lugar. Entre los peculiares visitantes se encuentra el insoportable matrimonio conformado por Philip (Robert Doming) y Marion (Marie Kean), cuyo hiperkinético hijo termina por sacar de sus casillas tanto a Teresa como a Dickie. Como si esto fuera poco, además llega un galán que intentará conquistar a Teresa mientras Christopher, el amante de esta, ronda por la casa. Como es de esperarse, todo esto contribuirá a que eventualmente el reprimido George termine explotando por completo provocando un apoteósico y funesto final.
Las actuaciones de la totalidad del elenco son realmente geniales. Pleasence realiza un estupendo trabajo interpretando a este hombre débil y algo patético, que no tiene más remedio que ver como el mundo de fantasía que ha intentando construir se cae a pedazos. Stander por su parte, también realiza un buen trabajo personificando a un tipo duro que solo demuestra compasión por su compañero moribundo. Por último, si bien en algunos momentos Dorléac tiende a sobreactuar, de todas formas interpreta de buena manera a esta mujer egoísta y petulante que utiliza a los hombres para su propio beneficio. Es importante mencionar que el trío de actores tuvo que soportar la conocida meticulosidad de Polanski, llegando con esto a poner en riesgo su bienestar físico. Por ejemplo, Dorléac tuvo que repetir en tres ocasiones una toma en la que ella debía meterse a nadar en la playa durante por lo menos cinco minutos. Lamentablemente para la actriz, aquel día hacía un frío del demonio, lo que sumado a la baja temperatura del agua, provocó que luego de la tercera toma ella cayera al suelo y comenzara a menstruar, lo que llevó al equipo de filmación a pensar que había sufrido un pequeño infarto. Stander también sufrió a causa de la meticulosidad del polaco, llegando a filmar en más de 20 ocasiones una escena a pedido del director.
Por otro lado, la cinta cuenta con el estupendo trabajo de fotografía de Gilbert Taylor, y la memorable banda sonora de Krystoff Komeda. Aunque la película fue bien recibida en Europa, en los Estados Unidos fue duramente criticada por lo extraño que eran sus protagonistas, y por la crueldad con la que estos eran retratados por Polanski. Y es que básicamente, como explica Ivan Butler en su libro The Cinema of Roman Polanski, “el director a menudo nos invita a reírnos, provocando que nos incomodemos y nos preguntemos si aquello que estamos viendo no es más que un reflejo de nosotros mismos”. Aunque sin duda es una cinta interesante, difícilmente se puede afirmar que “Cul-de-Sac” es una de las mejores películas del polaco. Por momentos es bastante teatral, lo que sumado al “sadismo” de Polanski, pueden terminar convirtiendo a este film en un verdadero “gusto adquirido”. Sin embargo, de todas formas se trata de una producción recomendable, que refleja en gran medida los temas que llamaron la atención del director durante sus inicios en el cine.