Culebra de Esculapio: de divinidad de la salud a enemigo público

Por Davidalvarez
El lunes pasado, mientras recorríamos en coche la Reserva de Urdaibai, mi amigo Jon Hidalgo y yo nos encontramos con una sorpresa en medio de la carretera. En el asfalto y aparentemente muerta vimos a una culebra de poco más de un metro de larga. Nos bajamos del coche y al verla de cerca comprobamos que se trataba de una Culebra de esculapio (Zamenis longissimus). 

Y no estaba muerta, ni atropellada como pensamos al verla. Tenía un par de heridas en un costado, probablemente producidas por un milano negro o un ratonero que después de atraparla se asustó al ver llegar al coche y la dejó allí. Esta vez tuvo suerte, ya que dio con nosotros y no solo la salvamos de una muerte más que segura en las garras del depredador sino que la dejamos entre la vegetación a resguardo de otra de sus mayores amenazas: el ser humano. 

Las culebras como ésta tienen una gran cantidad de depredadores, no solo aves rapaces sino también numerosos mamíferos como martas, garduñas, zorros y gatos domésticos. Pero además de estos depredadores, el hombre representa uno de sus mayores enemigos, ya que al igual que ocurre con el resto de ofidios su primera reacción al verla es matarla a palos.
Lo más curioso de este caso, es que esta relación del hombre con las serpientes y más concretamente con la Culebra de esculapio no siempre ha sido negativa. Las serpientes han estado unidas al hombre desde tiempos inmemoriales. En la cultura neolítica se la consideraba una presencia beneficiosa y protectora, ya que además de ser inofensiva se conocía su papel como depredadora de ratones y topillos que destruían las cosechas. 
Pero la Culebra de esculapio no era una culebra cualquiera, en la mitología griega se relacionó con la adivinación, la prudencia y la regeneración, y representaba los poderes mágicos de la sanación y curación. Su nombre viene del médico Asclepio (Esculapio para los romanos), natural de Tesalia y que fue citado en numerosos obras clásicas como La Iliada. Según una de las leyendas que hablan de este médico, que aunque realmente vivió y se dedicó a la medicina fue incluido entre los dioses del Olimpo como dios de la Medicina, una vez que Esculapio estaba atendiendo a Glauco, el hijo de Poseidón y Nais, que había sido herido mortalmente por un rayo, una serpiente entró en la sala donde estaban con unas hierbas en la boca. Esculapio cogió esas hierbas y consiguió resucitar a su paciente.
Posteriormente, la leyenda de Asclepio fue adoptada por el imperio romano. En este caso,  se habla de una grave epidemia de peste que tuvo lugar en Roma en el 293 a. de C. Los gobernantes de la ciudad enviaron un barco para que trajera a Esculapio (Asclepio para los griegos), que llegó a la ciudad con una serpiente sagrada a bordo. Con su llegada la epidemia cesó inmediatamente. Como muestra de agradecimiento construyeron el barco de piedra de la isla Tiberina, en cuya proa se labraron las figuras de Esculapio y la serpiente. 

Estas leyendas aún permanecen vivas entre nosotros y de hecho, el símbolo de la Medicina es la vara o bastón de Esculapio, que se representa con un bastón de madera en el que aparece enrollada una única serpiente. Lás dos serpientes enrolladas y enfrentadas entre sí son el símbolo del comercio, aunque mucha gente lo confunde también con el de la medicina.

El símbolo de la farmacia es parecido, pero en vez de en un bastón, la serpiente aparece enrollada en una copa, la copa de Higea. En este caso, la serpiente es venenosa y se muestra derramando su veneno sobre el cáliz, representando el poder del veneno, que es capaz de matar pero también de curar, una vez que es convertido en medicamento dentro de la copa.

Ajena a todas estas consideraciones humanas y divinas, nuestra Culebra de Esculapio, una vez alejada de la carretera, se escondió entre la vegetación, seguramente sorprendida por todo lo que le había pasado ese día. Para mi fue una sorpresa y una alegría encontrármela, ya que era la primera vez que veía esta especie, que en Asturies solo cuenta con una pequeña población aislada en los Picos de Europa, en el Desfiladero de la Hermida, en la cuenca del Río Deva.
No estaría nada mal que recordáramos de vez en cuando esas leyendas antiguas y que tuviéramos en cuenta que todas ellas tienen un fundamento real, sencillamente que la gran mayoría de las culebras y serpientes, lejos de ser un peligro son unos animales muy beneficiosos. Y si nos fijamos en esta especie, también nos daremos cuenta de que si dejamos a un lado nuestros prejuicios se trata de un animal precioso, con un aspecto muy similar al de las mambas africanas, pero completamente inofensivo.