(Incendio en la montaña de Cullera provocado por un castillo de fuegos artificiales.)
Hace un par de días asistimos atónitos a las imágenes de un incendio en Cullera. La montaña ardió mientras se lanzaba un castillo de fuegos artificiales (que no paró, a pesar del incendio). Afortunadamente, no hubo víctimas ni daños materiales, más allá del daño medioambiental. Sin embargo, conforme pasaban las horas, íbamos descubriendo nuevos datos.
(Arriba, tuit del 112 en la Comunidad Valenciana avisando de la preemergencia nivel 3 por riesgo de incendio; Abajo, fax enviado por los bomberos al ayuntamiento de Cullera alertando del riesgo de incendio.)
Al parecer, el alcalde de Cullera, Ernesto Sanjuán, del PP, ya estaba avisado del riesgo de incendio forestal. Aún así, autorizó el lanzamiento de los fuegos artificiales (algunas fuentes, incluso, hablan de que el alcalde EXIGIÓ el lanzamiento ante la negativa del propio pirotécnico). Ahora, después del desastre, el alcalde quita importancia al hecho diciendo que se han quemado "unos matojos, como todos los años".Curiosamente, y a pesar de lo sucedido en Cullera, otras localidades también se saltan la prohibición de encender fuegos. Llíria, Cheste o Segorbe han sido algunas de esas localidades.Al igual que otros desgraciados sucesos ocurridos en esta comunidad, lo de Cullera debe ponerse en su justo contexto. Los políticos valencianos están endiosados; viven en una constante prepotencia que les hace creerse inmunes e intocables. Saben que la impunidad de la que gozan se traducirá en votos. Pueden robar, pueden mentir, pueden dejar morir a personas (como a los dependientes) y ahora, pueden hasta quemar montes. Pero saben que van a seguir recibiendo los votos de los suyos y van a seguir gozando de mayorías absolutas que no se corresponden con la realidad.El alcalde de Cullera, el pirómano de Cullera, puede respirar tranquilo: no le va a pasar nada. Y la multa esa que pretenden endosarle, se pagará con dinero público. Así pues, todo solucionado.Y mientras, el Partido Popular sigue arrasando la Comunidad Valenciana y aún hay gente que se lo permite (e, incluso, les ríe las gracias y les aplaude) con sus votos.