Así, una de las cuestiones más debatidas durante años por filósofos, biólogos y amas de casa es la naturaleza de la infidelidad y de si ésta es algo inherente al ser humano o es un comportamiento social que se puede elegir. Hay quien dice que, a fin de difundir nuestro ADN con la mayor tasa de éxito posible, buscar la procreación con múltiples y abundantes parejas es un imperativo biológico mientras que otros, en cambio, afirman que no es así. De hecho, aunque en el mundo animal la poligamia (o su equivalente animal) es la orden del día, también se encuentran casos de especies que se emparejan de por vida a fin de criar y sacar adelante a la descendencia de la manera más eficaz posible.
Aparte quedan debates éticos y morales sobre la naturaleza de la infidelidad pues no soy yo quien para ahondar en los abismos del corazón y la mente humanas pero lo que hoy analizamos aquí es una cuestión que podría tener cierta similitud: la infidelidad a los cosméticos.
En mi caso, para personalizar más el discurso, os dirá que siento en mis carnes esta doble naturaleza de la que os hablaba (sólo en materia de potis, no vayáis a pensar mal de mí). El caso es que, cuando un producto me gusta, lo idealizo, encumbro y utilizo para medir al resto de sus competidores según los estándares por éste fijado. No obstante, a pesar de haber encontrado muchas veces en "amor de mi vida" en tal sérum o cual desmaquillante de ojos no puedo evitar caer en la tentación de seguir probando marcas distintas.
¿Por qué este comportamiento? Difícil de explicar. Supongo que en mi fuero interno no dejo de pensar que siempre puede haber algo mejor a la vuelta de la esquina (o igual pero más barato, con un packaging más bonito o al que tenga mejor acceso) pero creo que, en realidad, lo que pasa es que me aburro de mi propia rutina y necesito imperiosamente buscar nuevos estímulos.
Por ello, en vez de haber repuesto una y otra vez esta Leche Corporal de Rosa Japonesa de la marca Korres, no dejo de experimentar con hidratantes, colores, olores y texturas nuevas a pesar de que la gran mayoría no pasan el test de comparación ni con una aprobado raspado. Supongo que dada mi naturaleza infiel lo más a lo que puede aspirar un cosmético excelente es a que lo reponga de ciento al viento.Y, si bien no es mucho, esto es algo que distingue a esta Leche Hidratante por delante del resto de las que he probado y es que, cada cierto tiempo, siempre vuelvo a ella.
La razón, es bien sencilla: me encanta. Como os podréis imaginar por el nombre, se trata de una crema ligera (leche) muy fácil de aplicar y con un aroma sublime, delicioso pero muy sutil, lo que permite usarla a diario sin acabar empalagada perdida. Por otra parte, y una de las cosas que más me gusta de ella, es que se absorbe casi al instante dejando un tacto "seco" que permite vestirse casi al momento de la aplicación y que, además, no impregna la ropa como sí sucede con otros cosméticos similares.
Gracias a todas estas cualidades, creo que la Leche Hidratante de Rosa Japonesa se ha ganado a pulso el derecho a formar parte de esta sección aunque la compre una vez cada milenio y le sea repetidamente infiel.
Un besito y hasta la próxima.