Continuaba así el esfuerzo por dar seguimiento a los debates del pasado Congreso de la organización. El tema en esta oportunidad se centró en la Comisión “Cultura, medios y redes sociales”, que coordina Magda Resik, y sumó las valoraciones emanadas de la Comisión MINCULT-ICRT.
Hubo un momento del análisis en que se puso énfasis en la calidad del cine que se exhibe a través de la televisión y en la promoción intencional que debe acompañar la difusión de películas valiosas, descolonizadas y descolonizadoras.
Uno de los logros más trascendentes de la política cultural revolucionaria fundada en 1959 fue, sin ninguna duda, la creación de un espectador masivo para el cine de arte, para el cine no comercial, de Cuba y de todas partes. Hoy lamentablemente ha habido retrocesos, en este campo y en otros. Las nuevas tecnologías, como sabemos, son útiles para difundir el conocimiento y la cultura o pueden replicar la agenda de la maquinaria de opresión y de hipnosis y ponerse al servicio de los “famosos” y de la “cultura-chatarra”. Es muchísimo más difícil en la actualidad el trabajo de formación de públicos, del gusto (que no nos viene instalado en los genes) y de ese “espectador crítico” capaz de distinguir el mensaje intelectual y espiritualmente enriquecedor de la estafa pueril empaquetada de modo deslumbrante.
Una de las palabras que más se repitió en el encuentro referido fue “coherencia”. Es cierto. Nos falta coherencia. Instituciones que tenemos los mismos objetivos actuamos demasiado a menudo de manera desarticulada, inconexa, contradictoria.
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