Cuando alguien va al banco para contratar un producto de inversión lo normal es que le engañen o le ofrezcan uno que es bueno para el banco, no para el cliente.
No dejan de ser empresas que necesitan tener un beneficio, beneficio que se consigue con el dinero de todo el mundo ya que ¿quién no tiene una cuenta en un banco?.
Aquí aparece el tema de la integridad, algo que, según hemos comprobado durante la crisis los bancos no tienen. Preferentes, gente conservadora con acciones, fondos inmobiliarios sin liquidez, etc.
Esto hace que debamos tener una mínima cultura financiera. No hace falta que seamos sabios de las inversiones, pero si saber lo esencial para que no nos tomen el pelo.
Qué son los tipos de interés, el riesgo de la bolsa, qué es la renta fija, como se mueven los precios, por ejemplo, son cosas que deberíamos saber.
Si vamos a un banco y decimos que nos aconsejen porque no tenemos ni idea estamos firmando nuestra sentencia de muerte.
Podemos hablar también de la figura del asesor financiero. Muchos piensan que su cultura financiera es lo suficientemente buena como para prescindir de esta figura. Error. Si es un asesor bien formado, con principios y sincero, no hay que dejarlo escapar. Eso sí, no es fácil encontrar uno de este tipo.
Estudiemos un poco, nuestro dinero nos lo agradecerá.
Ah, una última cosa. Si nos ofrecen algo que no entendemos no tenemos que contratarlo. Hay que invertir en negocios o productos que entendamos.