Cosas sobre Rodrigo Fresán que conviene saber, en un orden absolutamente aleatorio (o sea, según Freud, nada aleatorio).
Era, junto a Juan Villoro, gran amigo de Roberto Bolaño en su estancia en Catalunya, y hasta su muerte.Es un buen escritor de narrativa.Escribió artículos sueltos en RockDeLux. Sobre literatura, en su mayoría, pero ahí estaba.
Promueve alguna colección editorial con buenos libros. No me acuerdo cual, pero es buena. Ya miraré, narices.Es calvo con una enorme dignidad.Vive en Barcelona y publica columnas en Argentina.
Yo los leo y me gustan, me gustan casi más que si yo los buscara y los encontrara, pues sé que Horacio me envía aquellos que tratan temas de mi interés. Son una especie de regalos, y hace un par de minutos que ha sido mi cumpleaños. Me gusta cuando Fresán habla de fútbol, o sea, del Barça, y no esconde admiración ni escatima en elogios. Me gusta cuando defenestra las medidas del PP, los recortes de Rajoy, pues creo a veces que fue tan amigo de Bolaño que algo se le debió contagiar, y especulo con que Bolaño hable un poco a través de los escritos de quien fue su amigo. El último artículo que Horacio me ha enviado muestra a Fresán comentando los últimos recortes en España, los más sangrantes y profundos (los analistas de mercados dirán: los más efectivos) y no paro de pensar en esa subida de impuestos que va a afectar a los hechos culturales (pero los del PP hablan de productos, porque para ellos todo son fábricas), y que es un zarpazo casi definitivo, no solo para la industria cultural, para las multinacionales que, puede, se merecieran un castigo tanto por su avaricia como por los subproductos a que han condenado a las audiencias. Es un torpedo en la línea de flotación que disuade a cualquiera medianamente interesado en la creación pura y dura: lo empuja a ser pasto de minorías adineradas y a tener acceso general solo a través de fenómenos prácticamente altruistas. O sea, el PP ha actuado como Goebbels, el ministro de Propaganda nazi, que afirmaba echarse la mano a la pistola cuando oía la palabra cultura. La cultura y la intelectualidad es patrimonio de las izquierdas, sus miembros destacados no les votan a ellos, ni lo harán. El mundo cultural es terreno vedado a las derechas, y lo sería igualmente aunque hubiesen suprimido impuestos y repartido subvenciones. Puestos a no poder obtener sus votos, al menos sacarles su dinero. Más aún que antes: el estado va a ser el mayor beneficiado cuando un libro se venda.
Le he recriminado indirectamente a Horacio que en Argentina se esté tan pendiente de la situación en España. Sin motivo encubierto: creo que España no merece que Argentina le preste atención. En todo caso, bien que deben estar riéndose.
En fín, yo hablaba de Fresán para empezar, y acabaré hablando de este tóxico y dictatorial (la mayoría absoluta les permite ese comportamiento) gobierno de ultraderecha en España. Luego habrá quien se extrañe de las ganas de algunos (individuales y colectivas) de salir disparados, donde sea. 18 de julio, cuando esto vea la luz. 76 años después, y sigo sin recordar ni un solo líder del PP condenando el golpe de estado. Diría que todo sigue igual, pero hasta eso sería bueno.