Culturas ancestrales y su conexión con la tierra

Por Marbel

La idea de este artículo surgió a raíz de un tour guiado que tuve que realizar en el Museo Nacional de Escocia como una de las partes en la que iba a ser evaluada en una asignatura del máster de Ecoturismo. Al principio no me hizo ninguna gracia tenerme que enfrentar a semejante evaluación, y además hacerlo en inglés complicaba las cosas. Sin embargo, el tema que elegí me apasionaba tanto, que terminé disfrutando con la tarea. La sección del museo elegida se llama “Living Lands” y trata sobre seis culturas ancestrales, los recursos naturales que utilizaban en su vida diaria y su conexión espiritual con los espíritus de la naturaleza. Yo me centré en tres culturas y en un animal importante para cada una de ellas, comentando también sobre sus creencias espirituales de las que estos animales formaban parte. El tour salió muy bien y aprobé con buena nota, pero lo más importante es que aprendí mucho sobre las culturas de las que tenía que hablar.

Estas culturas han vivido durante cientos de años en estrecho contacto con la naturaleza y han aprendido de ella para poder sobrevivir en ambientes que a veces eran duros y extremos. Estas culturas desarrollaron un profundo conocimiento sobre las plantas y animales que los rodeaban, y las utilizaron de forma sostenible en su vida diaria. Su espiritualidad tenía muy en cuenta estas plantas y animales, a los cuales trataban con respeto y agradecimiento. Esa conexión que ellos tenían con su entorno es algo que hemos perdido en las sociedades modernas y que algunos de nosotros echamos en falta. Creo que una de las razones por las que viajamos es para acercarnos un poco a las culturas que aún conservan parte de esa conexión, recuperando un poco de lo que hemos perdido.

Este artículo tiene mucho que ver con una disciplina que me encanta: la Etnobiología. Por si no sabéis que es, trataré de explicarla brevemente a continuación. Es el estudio de las relaciones entre seres humanos y los seres vivos de su ambiente. Esta disciplina muestra la importancia que las plantas y animales tuvieron para el desarrollo de las sociedades humanas, las cuales desarrollaron un conocimiento sobre las especies de su entorno que utilizaron para su vida diaria. La Etnobiología no sólo estudia cómo el hombre utiliza a la naturaleza, sino también se interesa por saber como la percibe, interpreta y organiza su conocimiento sobre ella. Tuvimos una clase sobre esta disciplina en el máster y me encantó, así que pensé en hacer un tour relacionado con ella. Cuando visité el museo y vi la exposición “Living Lands”, me di cuenta de que ahí tenía material suficiente para hablar de este tema tan apasionante.

La verdad que desde pequeña me han llamado mucho la atención las culturas ancestrales de distintos lugares de la Tierra. Me gustaba su estrecha relación con la naturaleza y sus creencias espirituales tan relacionadas con ella. Más de una vez me planteé estudiar antropología o arqueología, y siempre soñaba con viajar a los países de estas culturas para poder conocerlas de cerca. Acabé estudiando biología como una excusa para acercarme a la naturaleza y después empecé a viajar buscando un poco esa conexión perdida de la que hablaba antes. Creo que la etnobiología une mis dos grandes pasiones: cultura y naturaleza, y además añadimos el viaje como un medio de acercarme a ambas. ¿Qué os parece si realizamos un viaje virtual por distintas culturas de la Tierra mientras os voy contando lo que aprendí mientras preparaba este tour?

Empezamos por una región muy fría de la Tierra: el Ártico. Estamos al norte del bosque boreal y en estas tierras tan inhóspitas apenas hay vegetación. Para que os sitúeis en el ambiente, os voy a describir el clima de esta zona: largos inviernos fríos donde apenas había luz del sol, mucha nieve y hielo, abundantes tormentas de viento gélido, veranos cortos de apenas dos meses de duración… El suelo permanecía helado todo el año (lo que se llama permafrost) con lo que apenas crecían plantas allí.

Sin embargo, hubo una cultura que se desarrolló en esta zona: los Inuits, más conocidos como los esquimales. Vivían en Groenlandia, el este de Siberia, Alaska y norte de Canadá (bueno, todavía viven algunos por allí, pero con un estilo de vida más moderno). Parece increíble que en codiciones ambientales tan extremas esta gente consiguiera sobrevivir, y si lo hizo fue gracias a sus conocimientos sobre los recursos de su entorno. Eran básicamente cazadores y entre los animales que cazaban estaban las focas, morsas, ballenas y caribúes. La foca era sin duda su animal estrella, del cual dependía su superviviencia por completo. Casi toda la carne que consumían en invierno venían de la foca. ¿Creéis que la cocinaban? Pues pocas veces, casi siempre la comían cruda, y a menudo recién cazada porque aún estaba caliente. Como os podéis imaginar, allí no crecían árboles por lo que mucho combustible no tenían. También secaban o congelaban la carne para guardarla para más tarde.

Otro producto importante que obtenían de la foca era la piel, que junto con la pelaje de caribú, utilizaban para hacer sus ropas. Ellos inventaron una famosa prenda que todos conocemos y hemos usado (en versión sintética, claro): la parka o anorak (palabras que vienen de su lengua). Tenían una versión impermeable que hacían con los intestinos de la foca (la que está a la derecha en la foto).
Hay un producto más que obtenían de la foca: la grasa. ¿Y sabéis lo que hacían con ella? La machacaban para sacar aceite que era su combustible (para calor y luz). Como véis se aprovechaba todo de la foca y por eso para ellos era un animal tan importante y sagrado.

Los Inuits eran animistas, que significa que para ellos todos los seres vivos pero también los objetos inanimados tienen espíritu. Los chamanes llevaban máscaras que representaban animales en las ceremonias y creían que a través de ellas se comunicaban con los espíritus de los animales. Para ellos los animales eran personas no-humanas y les respetaban profundamente ya que su supervivencia dependía de ellos.
Tenían muchas reglas que seguir para respetar a estos espíritus, por ejemplo ponían nieve derretida en la boca del animal después de matarlo para calmar su sed y guardaban su vejiga porque creían que su espíritu estaba en ella. Si no guardaban respeto al espíritu del animal, éste no volvería en forma de otro animal sino en forma de un demonio. Como para no guardar respeto al animal, ¿no os parece? Quizás os puedan parecer ridículas estas creencias pero sin duda influyeron en que esta gente explotara sus recursos de una forma sostenible. Y volviendo a la foca, su diosa más importante era Sedna (mitad humana, mitad foca) que vivía en el fondo del mar y controlaba los animales marinos. Los Inuits creían que si la mantenían feliz, ella continuaría dándoles comida.

Para orientarse y marcar zonas del territorio construían estas estructuras de piedra llamadas inuksuk.
Como curiosidad deciros que ellos inventaron una famosa embarcación, el kayak, un arma muy eficaz para la pesca, el arpón, y una casa muy adecuada para los fríos inviernos, el iglú. También ellos tenían trineos tirados por perros para desplazarse por la nieve y cuando iban a pie utilizaban crampones adheridos a sus botas. Incluso tenían una especie de gafas protectoras que hacían con las astas del caribú para protegerse de las tormentas y la luminosidad que reflejaba la nieve. Nosotros hemos adoptado algunas de estas cosas que ellos inventaron gracias a sus conocimentos del medio, así que como véis muchas culturas que hemos considerado primitivas nos han inspirado para crear cosas útiles en nuestra sociedad moderna.


Hay otra cultura que vive por debajo de la línea de bosque boreal, con frío también pero no tanto, los Dene. Cazaban también caribús y otros animales de los bosques donde vivían. De ellos no voy a hablar pero si quería mencionar algo que inventaron que es muy útil para andar en la nieve: las raquetas de nieve.
Ahora vamos a movernos a otro lugar de la Tierra: Tibet, en el continente asiático. Se trata de la región habitada más alta de la Tierra ya que sus habitantes viven a más de 4400 m de altitud. Como os podéis imaginar a semejante altitud no hay mucho oxígeno. Posiblemente nosotros sufriríamos mal de altura si fuéramos allí, pero ellos tienen su metabolismo perfectamente adaptado.

Hay un animal que ellos utilizan a menudo en su vida diaria y es una vaca peluda llamada yak. Es un animal fuerte y ágil que les ha ayudado durante siglos a realizar dificultosos y arriesgados viajes en los Himalayas, las montañas más altas de la Tierra. Los utilizaban como animal de carga y así podían llevar sus productos a lugares donde comerciaban. Cada año los llevaban a nuevos pastos y así mantenían su territorio sin sobreexplotarlo. No sé si habéis visto una preciosa película llamada “Himalaya” que trata de este viaje que los tibetanos realizaban cada año con sus yaks. Os la recomiendo si queréis conocer más sobre esta fascinante cultura y su relación con los yaks.
Al igual que pasaba con las focas en el caso de los Inuits, los tibetanos obtenían muchos productos del yak: carne, cuero, lana, leche (de la que hacían mantequilla, queso y yogur) y combustible (de sus excrementos secos). Los tibetanos completaban su dieta con la harina de cebada de la que hacían una masa llamada tsampa y con ella hacían noodles o los famosos momos (que quizás hayáis probado en Nepal). Como curiosidad deciros que tenían una medicina muy avanzada en la que utilizaban hasta 2000 tipos de plantas, 40 especies animales y 50 minerales.

Ellos no tenían al yak en su espiritualidad, pero si tenían una creencia de que originariamente venían del matrimonio de un mono y una ogresa de piedra (no pongo sus nombres que son rarísimos). Aunque tienen algunos rituales paganos, hoy día siguen mayoritariamente el budismo tibetano. Para ellos el paisaje está lleno de lugares sagrados que marcan con templos y santuarios donde los peregrinos viajan para rezar.

Continuamos nuestro viaje y ahora nos vamos a tierras costeras, lugares surcados de bosques, ríos y montañas, situados junto al mar. Todos estos elementos de la naturaleza eran fundamentales para la gente que vivían allí. Aquí quiero hablaros de una cultura muy interesante a la que yo apenas conocía: los Ainu. Ellos vivían en Hokkaido, Sakhalin y las islas Kuril, una zona donde Japón y Rusia se encuentran (hoy día sólo quedan algunos en Hokkaido). Podríamos decir que son los indígenas de Japón.

Los Ainu cazaban y pescaban, y también recolectaban algunas plantas que crecían cerca de sus asentamientos. La pesca del salmón y trucha era tan importante que se asentaban cerca de los lugares de desove de estos peces. Se hacían ceremonias anuales para dar la bienvenida al primer salmón y después de la pesca se enviaba su espíritu de vuelta con la esperanza de que regresara el próximo año. Cazaban ciervos, zorros, nutrias y osos, y el oso es precisamente el animal más sagrado e importante para ellos. Para cazar utilizaban flechas en cuyas flechas ponían veneno de la planta acónito, de tabaco o de arañas.

Los Ainu también eran animistas y creían que todo en la naturaleza tenía kamuy o espíritu dentro (incluso las herramientas que utilizaban). Estos espíritus eran honrados en ceremonias que tenían lugar alrededor de un fuego que estaba en el centro de la comunidad (para ellos el fuego era muy sagrado y tenían una diosa del fuego). Utilizaban unos bastones rasurados (no estoy segura de si esta es la tradución) para rezos llamados inaw que simbolizaban aves que acompañaban las plegarias al mundo de los espíritus. En las ceremonias sumergían las puntas de estos bastones en cerveza o vino de arroz como ofrenda a los espíritus. Podéis verlos en esta foto.
Como antes he dicho, el oso era el animal más sagrado para ellos. Por eso quería comentar una ceremonia muy especial que tenían en torno a este animal en invierno. Un año antes habían capturado un cachorro de oso al que cuidaban y almentaban. Para los Ainu este oso era el dios de las montañas, kimun-kamuy, que les traía carne y piel. En la ceremonia, el oso se mataba y así kimun-kamuy volvía al mundo de los espíritus. Durante el tiempo que vivían con la comunidad estos osos eran invitados muy especiales tratados con mucho respeto. Recibían las mejores comidas y hasta juguetes para jugar. Al principio de la ceremonia se le lanzaban unas flechas sin punta llamadas flechas flores que era uno de los muchos regalos que se le ofrecía. En las ceremonias la comida y bebida era muy importante, y la comunidad la compartía además de ofrecerla a los espíritus. Cuando volvía al mundo de los espíritus, el oso compartía la comida que había recibido con los demás espíritus.

Ahora viajamos a otra región costera, en concreto la costa oeste de Canadá. Allí habitan unos indígenas llamados Squamish, una cultura muy ligada a la naturaleza costera donde habitan. Usan canoas para desplazarse y pescan salmones.
Los animales son sagrados para ellos y tienen rituales en los que danzan con máscaras. Ellos también construyen los famosos totems de varios metros de altura. Están tallados en madera y representan animales sagrados para ellos. Los totems tienen significados especiales para la tribu en cuestión y cuando erigen un totem hay una importante ceremonia que se realiza para la ocasión. En Canadá hay muchos lugares con totems Squamish. Hay un museo un Vancouver con muchos totems y abundante información sobre los Squamish (hablaré de él en su entrada correspondiente).

El “thunder bird” (pájaro trueno) es una figura mitológica para ellos y se le considera el sirviente del Gran Espíritu. Hay varias leyendas sobre este ave poderosa tan importante para este pueblo indígena. Hay máscaras y trajes que utilizan en sus danzas y ceremonias, como podéis ver en estas fotos.
Esta es una cultura que me encanta y a la que pude conocer a fondo cuando estuve viviendo en la costa oeste de Canadá (Vancouver e Isla de Vancouver). Incluso estuve a punto de tatuarme el “thunder bird” (quién sabe, quizás algún día si vuelvo). Cuando escriba mi relato de Canadá (espero hacerlo pronto) contaré más sobre ellos.

Y ya para terminar este viaje, nos vamos al desierto, en concreto al desierto australiano. Allí vive una cultura a la que admiro mucho y de la que he leído bastante, los aborígenes australianos. En el desierto australiano hay poca agua y comida, pero ellos sabían como encontrarlos. Estaban muy conectados con su tierra, la cual era sagrada y fue creada por seres ancestrales a los que veneraban. Para ellos “the Dreaming” (sueño?) explicaba como la Tierra fue creada por sus ancestros y en sus ceremonias representaban estas historias.
Cuando buscaban comida en el desierto llevaban palos para excarvar y encontraban raíces, semillas, larvas, etc. También cazaban animales con lanzas y bumeranes, sobre todo canguros, animales muy importantes para ellos. Las mujeres eran hábiles tejedoras y hacían cestas para recolectar y transportar comida.
De ellos se dice que tenían unas capacidades psíquicas muy elevadas, que incluso podían utilizar la telepatía para comunicarse. Por desgracia, los ingleses al llegar a Australia los masacraron y trataron de acabar con su cultura. Muchos de ellos han acabado cayendo en el alcoholismo y la delincuencia. Aún hay algunos que mantienen sus tradiciones y la conexión con su tierra, el desierto. Podría hablar mucho más sobre esta cultura pero lo dejo aquí.
Así termina este viaje por distintas culturas de la Tierra y su conexión con el entorno. Espero que hayáis aprendido cosas nuevas y tengáis curiosidad por profundizar más. Ya que este año me he quedado en Europa y no he podido moverme a lugares lejanos y exóticos del mundo, he querido viajar lejos con este artículo. Quiero despedirme con el mensaje de que podríamos tomar ejemplo de estas culturas y aprender a manejar nuestros recursos de manera más sostenible. Viajar a lugares donde todavía viven culturas con su estilo de vida tradicional puede ayudar a darnos cuenta de ello. De hecho cada vez hay más personas de sociedades modernas que vuelven a la naturaleza para vivir de una forma más sostenible y más humana, y de esa manera recuperar la conexión perdida.


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