Pero su marcha se nos va a hacer eterna. La regidora que pide a San Isidro trabajo para todos; la autora de frases lapidarias como “es invierno y nieva”, confunde “cultura” con “culturismo” y decide que la mejor forma de atraer turismo de calidad a la ciudad es premiar a Arnold Schwarzenegger con la medalla de Madrid Destino.
La alcaldesa de una ciudad que alberga unos de los mejores museos del mundo, que están a punto de echar el cierre por falta de recursos, premia al musculoso actor y exgobernador de California, llevado a la política por el patético George Bush. El objetivo es atraer turistas a través del culturismo, no de la cultura. El objetivo es perseguir músicos callejeros, impedir locales de conciertos, cerrar teatros y cines en beneficio de centros comerciales.
Pero en esta despedida va más allá y hace que Madrid tenga el dudoso honor de ser la primera ciudad europea que da a una plaza el nombre de Margaret Thatcher. Una mujer que todos recordaremos como la abanderada de Ronald Reagan y sus fracasadas políticas ultraliberales que nos han llevado a esta trágica crisis. Otro personaje incendiario que usted me dirá qué tiene que ver con Madrid. ¿Alguien se imagina en Londres una calle dedicada a, por ejemplo, Leopoldo Calvo Sotelo?
Quizá no recuerde la alcaldesa que confunde la homosexualidad con las peras y las manzanas, que ese país gobernado tanto tiempo por la Dama de hierro, es al que iban las españolitas a abortar. Porque la Thatcher, aun siendo más de derechas que el grifo de agua fría nunca osó a eliminar el derecho al aborto, quizá la única pincelada que mantuvo como mujer. Y esto, nos lleva al principio. A Gallardón…