Su discurso fue de despedida, aunque resaltó una cuenta pendiente: la necesidad de que la Comunidad Iberoamericana apoye más a México en su lucha contra el narcotráfico y la violencia que genera. En el plano económico se mostró dispuesto a ejercer su presión como potencia emergente en el G-20, ayudando a España y Portugal en este sentido, y promover políticas de crecimiento contrarrestando esa línea imperante en Europa de recortar a toda costa el déficit presupuestario. México y los otros países latinoamericanos pueden ahora dar “lecciones” a los europeos. Su crecimiento económico actual ha significado para ellos la llamada “década perdida” (años 90), que supuso severos recortes sobre la ciudadanía y sobre la financiación estatal. Vienen a decirnos; “compañeros, hermanos europeos, no caigan en el mismo error que nosotros”. Así lo indicaba la presidenta Dilma Rousseff de Brasil, la potencia latinoamericana que ha llegado a ser la 6ª economía mundial, cuando se refería a que "la austeridad tiene sus límites".La presidenta Rousseff se mostró esperanzada de la capacidad de respuesta de los países ibéricos de la península para salir de la crisis, aunque confesó también su preocupación porque la prolongada recesión europea acabe afectando más gravemente a Latinoamérica. “Brasil viene defendiendo, no solo en el G20, que la consolidación fiscal exagerada y simultánea en todos los países no es la mejor respuesta a la crisis mundial, y puede incluso agravarla llevando a una mayor recesión”, indicó en su discurso Dilma Rousseff. En su momento de bonanza económica, España, durante la mayor parte de vida de las Cumbres (22 años), fue el miembro que más aportaciones hacía a la cooperación y desarrollo económico en la comunidad iberoamericana.El ejemplo más significativo es que financia y soporta el 60% de los costes de la SEGIB (la Secretaría General Iberoamericana), así como que es el socio que más fondos administra a la OEI (Organización de Estados Iberoamericanos). Sus problemas financieros ponen en peligro evidente la existencia de estos organismos y, en el fondo, del futuro de las próximas Cumbres. Afortunadamente, incluso de países con relaciones “enfriadas” (Argentina, Uruguay, Venezuela, Nicaragua, Bolivia, Cuba...) respecto a España, existe entre todos los Estados iberoamericanos la convicción de renovar alianzas, basadas en no dar la espalda a la ciudadanía y en hacer más efectivas estas Cumbres materializando y dando prioridad a los proyectos socioeconómicos acordados en ellas.Para que las ampulosas “Declaraciones finales” de la Cumbre no se las lleve el viento, se ha organizado una comisión que estudia la propuesta de convertir a la Cumbre Iberoamericana en bianual, coordinándola con las grandes Cumbres Internacionales de ambos espacios geopolíticos: las de la Unión Europea y las de MERCOSUR, UNASUR y la Comunidad de Estados Latino-Americanos y Caribeños (CELAC). De esta forma se evita solapar temas y se anima a los líderes mundiales a acudir a la Cumbre, al verla como una auténtica y efectiva plataforma política bien coordinada con sus intereses locales e internacionales.Con información de paperblog