La idea de leer este clásico durante este año partió del blog Hojas de Alisio y la verdad es que no tuve que pensar mucho en si me interesaba o no porque con todo lo famoso que es el libro y sus versiones cinematográficas, nunca me había dado por acercarme a esta historia. Prejuicios estúpidos me habían llevado siempre por otros caminos y la verdad es que, teniendo en cuenta que soy "forofa" de Jane Eyre, otro clásico escrito por la hermana de la autora, debería haberlo leído mucho antes. En esta línea tengo que decir que la novela me ha gustado mucho, no tanto, como Jane Eyre, pero si creo que es un libro que debe ser leído dentro de esas listas de grandes clásicos que a menudo manejamos.
Título: Cumbres borrascosas.Autora: Emily Brontë.Editorial: Alianza Editorial, 2006 (1847).
Páginas: 432.
Resumen Oficial.
La poderosa y hosca figura de Heathcliff domina Cumbres Borrascosas, novela apasionada y tempestuosa cuya sensibilidad se adelantó a su tiempo. Los brumosos y sombríos páramos de Yorkshire son el singular escenario donde se desarrolla con fuerza arrebatadora esta historia de venganza y odio, de pasiones desatadas y amores desesperados que van más allá de la muerte y que hacen de ella una de las obras más singulares y atractivas de todos los tiempos.
Impresión personal.
No sabría decir si estamos en esta novela ante una historia de amor llevada al extremo o de desamor, de un desamor que lleva a la destrucción de sus protagonistas y de sus herederos. Casi diría que lo más sorprendente de esta dramática historia es precisamente esa parte tan pérfida de la historia de amor que, por dependiente, genera a su alrededor tal suerte de tragedia que impregna a todo lo que anda cerca.
A pesar de leer mucha novela negra con escenas más que duras en muchas ocasiones, alguna que otra vez durante la lectura de Cumbres Borrascosas me he preguntado cómo alguien puede acumular tanto odio durante tanto tiempo como para que ese mismo odio se convierta en tu propia razón de existir.
Por otro lado, tenemos a Catherine, una mujer caprichosa hasta el extremo y con un materialismo y unas ansias de subir socialmente, propio de la época, que de alguna manera, desencadena, al abandonar a Heathcliff por Edgar Linton, un vecino acaudalado, el odio y el afán de venganza del primero, una sed de venganza que ya se había ido forjando hacia Hindley por el trato denigrante que había recibido de éste.
Por otro lado, los personajes secundarios están también genialmente dibujados y acordes todos ellos al papel de víctimas y sufridores que son, cada uno de una manera, todas crueles, de los dos protagonistas principales. Aparecen así personajes como Isabella Linton, hermana de Edgar Linton, que es engañada por Heathcliff y que casada con él, apechuga con la venganza trazada por su marido respecto de su hermano por haberse casado con Catherine. Igual suerte corre su propio hijo y la hija de Catherine, instrumentos de odio y venganza del protagonista; el hijo de Hindley que recibe el mismo trato que recibió él tras la muerte de su padrastro, etc.
Todo ello ambientado en unos paisajes umbríos, fríos y oscuros donde, salvo algunas pinceladas de color primaveral o de blanco invernal, los hechos que acontecen a estas dos familias y dos generaciones encajan a la perfección. En este sentido, he encontrado muchas similitudes con las descripciones del paisaje y de las casas que aparecen en Jane Eyre, sobre todo en la parte en que la protagonista se pierde en los páramos.
En resumen, he disfrutado mucho leyendo este clásico. Me parece de esos libros imprescindibles que hay que leer alguna vez en la vida. Muy bien escrito, con un estilo y un lenguaje claro y un desarrollo muy dinámico a pesar de ser una historia contada por uno o dos de los personajes. Una historia de amor trágico propia de una época donde los convencionalismos sociales llevó a muchas familias por unos derroteros de infelicidad que hoy nos parecen increíbles. También es una saga familiar, la historia de dos familias enfrentadas por el amor, abocadas al odio y a la venganza y una historia de anhelos insatisfechos y de muerte que, de algún modo, al final deja una pequeña puerta abierta a la esperanza.