Esta película lleva de nuevo al cine la novela del mismo nombre escrita por Emily Brontë, que tuvo su primera adaptación en 1920 y ha pasado también por la televisión y el musical.
Esta nueva versión, que firma Andrea Arnold, sigue la historia original que nos cuenta el terrible y desdichado amor entre Heathcliff y Catherine, que se conocieron de niños cuando el padre de esta acogió en su casa al muchacho. Desde entonces se quieren y se odian a partes iguales, llegando hasta el punto de que decidirán toda su vida en torno a este hecho.
Un argumento que no da más de sí, pero que se ha logrado extender innecesariamente por el preciosismo visual y los planos detalle que inundan la narración. No ayuda que el aspecto general sea de telefilm o que el tiempo parezca estancando para todos los personajes, excepto los dos protagonistas que pasan a la edad adulta con un fundido a negro.
Aunque realmente el que ellos sí cumplan años no es tampoco algo acertado, o más bien la resolución de ello. Si bien el muchacho se parecerá (un poco al menos) no será así con la joven siendo dos actrices con las que no terminas de creer que la una sea la otra al paso del tiempo.
Personalmente parte del problema es que todos sufren tanto, son tan serios y lo pasan tan mal atormentándose por el amor que no tienen (o sí, pero da un poco igual) que se llega a rozar el absurdo, casi a ser una parodia del drama que se supone está contando.
“Cumbres borrascosas” no ha sido uno de los aciertos de selección de Seminci, y los bostezos en la sala daban prueba de ello.