Hace cinco años de aquellas vivencias. Me he convertido en una usuaria, si no aventajada, al menos hábil y ávida en el uso de las herramientas de la web. El blog que comencé con sentimiento de urgencia, hoy es más sosegado, pero me ha permitido dos cosas muy importantes. La primera, asumirme como ciudadana –que para cualquiera podrá sobreentenderse, pero estamos en Cuba–, conocer proyectos como la Asociación Jurídica Cubana o la campaña para la firma de los Pactos de la ONU; y la segunda, recibir invitaciones para colaborar en sitios online de noticias sobre Cuba, y en especial con BBC.
Malaletra ha pagado las consecuencias. Posteo esporádicamente y he perdido lectores, el área de los comentarios, que era toda efervescencia, languidece con alguna que otra nota (que agradezco y tomo en cuenta como el primer día). Tengo también la impresión de que luego del boom de la blogosfera cubana, las aguas han bajado su nivel, pero esos detalles los dejo a los especialistas, porque la importancia que ha tenido el espacio virtual para la expresión libre (o todo lo contrario) del pensamiento, será historiada como parte de esta época rara que nos ha tocado.
Cinco años después, me sigo imaginando en el futuro delante de una pantalla, siempre dispuesta a opinar. Ahora, apago las velitas.