Cumpleaños de Francisco Franco y biografía - 04/12/1940

Por Lupulox

Camaradas,

El Generalísimo Francisco Franco cumple hoy 48 años de edad. Nuestro Führer no ha dejado pasar la ocasión y le ha enviado un telegrama de felicidades.  La de hoy es, por tanto, una ocasión propicia para dedicarle algunos párrafos al hombre que ha sabido rescatar a España del fango bolchevique y devolverle el orgullo por su glorioso pasado y la ilusión por un esperanzador futuro.
Fuente: http://www.generalisimofranco.com/biografia/01.htm

Retrato de Francisco Franco como Caudillo victorioso.

Francisco Franco Bahamonde nació en El Ferrol el 4 de diciembre de 1892, formando parte de una antigua familia gallega. Su abuelo, Francisco Franco Vietti, había sido intendente general de la Marina. Su padre, Nicolás Franco Salgado, era contador de Navío. Su madre, Pilar Bahamonde y Pardo de Andrade, ejerció sobre él una hondísima influencia permanente. Francisco hubiera querido ser marino, pero las circunstancias lo llevaron hacia el Ejército.

1. Carrera militar.

Ceremonia de graduación de oficiales en la Academia militar de Toledo.

Después de estudiar en la Academia Militar de Toledo, ingresó en el Arma de Infantería y pidió destino a Marruecos. Allí se distinguió al frente de una compañía de Regulares y, en 1915, pasaba a ser el capitán más joven del Ejército español. A consecuencia de una herida grave recibida en el combate de Biutz (28 de junio 1916), ascendió a comandante y fue destinado a Oviedo, donde estaba durante la huelga general de 1917. Conoció entonces al comandante Millán Astray que, cuando fundó la Legión, le llamó para mandar la primera Bandera.

2. La Legión.

Apenas llegado a Ceuta en octubre de 1920, Franco dio muestras de sus dotes de organizador y de jefe durante la etapa de instauración e instrucción de la Legión. Pero fue en el transcurso de las operaciones que siguieron al desastre de Annual, en julio de 1921, cuando Franco empezó a acreditar sus dotes militares.


Cuartel militar de Ceuta.

Franco visita el hospital donde convalecen los primeros heridos del Tercio.

Después de un corto periodo de estancia en Oviedo (marzo-junio de 1923), Franco, ascendió a teniente coronel, asumió el mando de la Legión, cuyo jefe, Valenzuela, había muerto en combate. Con este motivo hubo de aplazar hasta el mes de octubre su proyectado matrimonio con Carmen Polo y Martínez – Valdés. Durante el otoño de 1924, se destacó mandando las tropas que cubrieron en retaguardia la difícil evacuación de Xauen en el curso de la retirada dispuesta por Primo de Rivera, en contra de los deseos del Ejército de Marruecos.


Un momento en la alocución de despedida de Franco en Zaragoza.

Ascendido a coronel (7 de febrero 1925), en septiembre de aquel mismo año ostentó el mando de la vanguardia del ejército que desembarcó en Alhucemas antes de ocupar la capital de Ab-el-Krim. Ascendido a general a raíz de este éxito, pasó a mandar la primera brigada de Madrid (1926). Al año siguiente fue designado para organizar la Academia General Militar de Zaragoza, de la que fue el primer director.

Desempeñaba tal función al caer la monarquía después de las elecciones municipales del 14 de abril 1931. Hasta entonces el general Franco no había tenido actividad política alguna. Había servido fielmente a Alfonso XIII, quien apreciaba los brillantes servicios del más joven de sus generales. Al proclamarse la República, el general Franco hizo un llamamiento al espíritu de disciplina de los cadetes, pero desmintió el rumor según el cual iría a Marruecos como alto comisario, explicando que no aceptaría un cargo que suscitara dudas en cuanto a su lealtad hacia el rey. A partir de aquel momento, los republicanos le tuvieron por sospechoso. Al suprimirse la Academia de Zaragoza, quedó disponible (agosto 1931).

3. General de la República

Manuel Azaña en 1932 y el general Franco, acompañados por algunas autoridades.

Sin embargo, en febrero de 1932 se le destinó al mando de la brigada de La Coruña y, al año siguiente, asumió el mando militar de Baleares. La modificación de la mayoría que daba el poder a los radicales y a las derechas, hizo que en Madrid estuviera mejor considerado. El gobierno Lerroux siguió sus consejos para reprimir la insurrección de Cataluña y de Asturias en octubre de 1934.
Nombrado Jefe del Estado Mayor Central (14 mayo 1935), se dedicó a reorganizar y a reingresar a oficiales que, como Mola, habían sido excluidos por sus opiniones, a pesar de su valía militar. La victoria del Frente Popular y de sus aliados autonomistas vascos y catalanes, el 5 de febrero 1936, interrumpió esa tarea. Franco, que temía que la revolución empezara inmediatamente después de aquella victoria, se brindó al presidente del Consejo de Ministros, Portela Valladares, y al presidente de la República, Alcalá Zamora, para sostenerlos, emprendiendo una acción preventiva contra la Cámara. No aceptaron el ofrecimiento. Azaña volvió al poder y envió a Franco a mandar las lejanas guarniciones de Canarias. Antes de partir, Franco acordó con otros generales (Varela, Mola, Orgaz, etc.), que el Ejército se alzaría en el caso de que el nuevo Gobierno abriera las puertas a la subversión y al separatismo.

4. La guerra civil.

Las elecciones de 1936 pusieron de manifiesto el fracaso de la República moderada en España. El duelo entre las fuerzas revolucionarias y las conservadoras, todavía poderosas, creaba un verdadero clima de guerra civil latente. A partir de entonces los jefes militares hostiles al Frente Popular prepararon el golpe de Estado que había de poner al frente del gobierno al general Sanjurjo, el vencedor de la guerra de Marruecos, exiliado en Portugal.


Cadáver de Calvo Sotelo. 

El asesinato del dirigente de la derecha parlamentaria, Calvo Sotelo, fue la chispa que prendió fuego a la pólvora. El 17 de julio se alzaba el ejército de Marruecos. El 18, el ejército de la metrópoli seguía el ejemplo. El 19, Franco llegaba a Tetuán en un avión civil inglés y tomaba el mando del ejército de África. La situación era delicada. El alzamiento militar había triunfado en las provincias conservadoras donde la mayoría de la población lo apoyaba (Castilla la Vieja, Navarra); había dominado la situación en Galicia, en Zaragoza, en Sevilla, en Granada y en Córdoba, pero había fracasado en las grandes ciudades, donde el Gobierno armó al proletariado, y en las provincias de tendencias separatistas. Todavía más grave era el hecho de que los marineros se habían amotinado contra sus oficiales y, después de matarlos o quitarles el mando, impusieron la fidelidad de la Marina al régimen republicano. El ejército de Marruecos, por tanto, no podía pasar a la Península. Finalmente, el general Sanjurjo había muerto en un accidente de aviación al salir de Portugal. La creación de una Junta Militar en el norte de España paliaba provisionalmente este acontecimiento imprevisto.


Panorama gráfico del puente aéreo sobre el estrecho en sus momentos iniciales.

Franco consiguió trasladar sus tropas al sur de España, utilizando algunos aviones; luego envió audazmente un convoy marítimo, a pesar de la superioridad numéricamente aplastante de la flota roja. Entonces, mientras el ejército de Mola cerraba la frontera francesa del Noroeste e iniciaba la conquista de Guipúzcoa, el ejército de África pasaba a la ofensiva, pacificaba a Andalucía y a Extremadura, establecía contacto con el ejército del Norte y liberaba Toledo, donde el general Moscardó, encerrado en el Alcázar con 1.105 hombres, había resistido los asaltos del enemigo desde el 19 de julio al 28 de septiembre.

El sitio del Alcázar suscitó un interés considerable, tanto en España como en el extranjero. Su victorioso desenlace incrementó el prestigio de Franco, que se imponía como el jefe militar más capacitado del campo nacional. Por ello la Junta Militar le designó generalísimo, confiándole posteriormente la dirección del Estado español (1 de octubre 1936). Franco iba a llevar de frente la guerra y el gobierno de la zona nacional.

Franco deseaba imponer rápidamente la paz en Madrid. Intentó tomar la ciudad con su pequeño ejército reforzado con unidades procedentes del Norte. Los revolucionarios dominaban en Madrid. La llegada de las primeras unidades de las Brigadas internacionales los reforzó. Los nacionales quedaron detenidos delante de la ciudad, después de los sangrientos combates de la Ciudad Universitaria, pero cortaron la mayor parte de las comunicaciones de la capital (noviembre 1936-marzo 1937). En adelante, la guerra iba a ser una lucha de desgaste. Ya desde el principio de las operaciones, aviones y municiones habían sido enviados por el Gobierno del Frente Popular francés a los gubernamentales; por Hitler y Mussolini, a los nacionales. A finales de agosto, Stalin decidió apoyar a la República española. Envió a España armas, técnicos y consejeros políticos rusos y voluntarios comunistas de todos los países. El Eje replicó intensificandosu ayuda.


Franco, genial estratega. "El Alzamiento Nacional resultaba inevitable y surgió como razón suprema de un pueblo en riesgo de aniquilamiento, anticipándose a la dictadura comunista que amenazaba de manera inminente".
 

Después del fracaso italiano de Guadalajara, Franco modificó sus planes y emprendió la pacificación de las provincias del Norte sometidas al Frente Popular (Vascongadas, Santander y Asturias), pero aisladas del territorio regido por el Gobierno republicano, refugiado en Valencia. Después de la muerte de Mola dirigió la conquista de Bilbao (19 jun. 1937), luego la de Santander (26 de agosto) y la de Asturias (octubre), a pesar de las vanas ofensivas rojas de diversión de Brunete (15-25 de julio) y Belchite (agosto-septiembre). La balanza se inclinaba decididamente del lado nacional.
Franco preparaba una nueva ofensiva contra Madrid cuando el mando adverso lanzó un ataque contra Teruel. La contraofensiva nacional, estorbada por un frío en extremo crudo, no logró salvar la ciudad. Después de su reconquista (21 febrero de 1938), Franco desencadenó una ofensiva que rompió el frente enemigo, llevó a la conquista de Lérida y al Mediterráneo, en Vinaroz (15 de abril) y a Castellón de la Plana (14 de junio), separando a Cataluña de Valencia y Madrid. Valencia estaba amenazada cuando los rojos contraatacaron y volvieron a pasar el Ebro (24-25 de julio). Franco concibió entonces el plan de sostener en esa bolsa una batalla de desgaste en la que el ejército enemigo se agotaría. Acertó en sus previsiones. La ofensiva enemiga quedó detenida. En noviembre, los nacionales atacaron, a su vez, y empujaron más allá del río los restos de un ejército desangrado. Antes de que éste pudiera reorganizarse, Franco emprendió el 23 de diciembre la operación decisiva: la conquista de Cataluña. El 26 enero 1939 se ocupó Barcelona. La República roja se vino abajo. Después de los combates callejeros de Madrid, entre los partidarios de la rendición y los comunistas que todavía querían resistir, los nacionales no tropezaron ya con oposición notable. Entraron en la capital (28 de marzo) y en Valencia (30). El 1 abril 1939 la guerra había terminado.

5. La organización del Estado.
Alcanzada la victoria, era preciso levantar al país de sus ruinas que eran inmensas y, para evitar las convulsiones que lo agitaban desde hacía más de un siglo, rehacer un Estado en el que los españoles pudieran convivir pacíficamente.


Burgos, 5 de marzo de 1938: víspera de grandes acontecimientos en Aragón. Antes de salir para el frente, Franco abandona la Capitanía -acompañado por el vicepresidente y ministro de Asuntos Exteriores, conde de Jordana- tras recibir las cartas credenciales del marqués de Paterna di Sessa.

En Burgos, el 1 octubre 1936, Franco sólo se había encontrado con los escombros de los regímenes anteriores. La República, que con un anticlericalismo anacrónico se había enfrentado a los católicos, se había mostrado incapaz de imponer un orden elemental. Pero antes de ella, la monarquía liberal, envejecida y agrietada, se había derrumbado por sí sola. El carlismo preconizaba la monarquía tradicional; el falangismo, un Estado autoritario nacional-sindicalista. En el extranjero, los grandes autócratas, Hitler, Mussolini y Stalin, dominaban la política europea. La fórmula autoritaria se imponía.

Franco dirigía una coalición de españoles de matices diferentes, y a veces divergentes, a los que unían el catolicismo, el patriotismo, la hostilidad al comunismo y a una forma de democracia que pudiera abrirle paso. Se esforzó en mantener la unión descartando los motivos de división, así como la restauración de la monarquía, que aplazó.
Acertó al aliar la flexibilidad diplomática con la firmeza y el arte de dejar que los problemas se fueran madurando.

Para realizar aquella unión, Franco quiso fundir las diferentes corrientes de la España nacional en un Movimiento único que habría de constituir el marco político de la nación. El «Jefe sin partido» tomó la Falange, «movimiento sin jefe» desde la muerte de José Antonio Primo de Rivera, y la unió a los carlistas y a los demás grupos monárquicos. Organizó después su Gobierno (19 abril 1937). Desde su proclamación gobernaba con la ayuda de una Secretaría General del Estado, que dirigía su hermano mayor Nicolás, y de una Junta Técnica del Estado, puramente administrativa. En enero de 1938 estableció su primer ministerio, luego el Consejo Nacional y la Junta Política, que se reunieron rara vez.

Restablecida la paz, Franco completó los engranajes de un Estado que, condenando el régimen de división de partidos, había de asentarse en la familia, el municipio y los sindicatos. El sistema dejaba la primacía al poder ejecutivo, por consiguiente, al general Franco. Ello le permitió hacer frente a las situaciones dificilísimas en que lo colocó la Guerra mundial.

6. La defensa de la paz.
El conflicto mundial estallaba cuando España andaba necesitada de paz y de créditos para su reconstrucción. Franco, a pesar de la ayuda que el Eje le había proporcionado durante la guerra, estaba resuelto a no tener en cuenta sino el interés de España.


Franco y Hitler en Hendaya.

Proclamó la neutralidad española. Después de las victorias alemanas que, en junio de 1940, establecieron la hegemonía del III Reich en Europa, Franco se vio invitado a unirse al Eje para abatir a Inglaterra. La ayuda germano-italiana prestada al campo nacional, ciertas afinidades ideológicas, la posibilidad de recuperar Gibraltar y de reconstruir un imperio colonial a costa de las democracias vencidas fueron los argumentos aducidos por los partidarios de la intervención. 

Quizás no dentro de mucho volvamos a ver a todas estas banderas unidas de nuevo.

Sin embargo, en la entrevista sostenida con el Führer el pasado 23 de octubre, y escudándose en la precaria situación económica de España, Franco se opuso al llamamiento del Eje a la guerra contra los británicos.  No obstante, Franco no ha roto los lazos con el Eje, y quizás tan sólo espera a que el Reich dé inicio a una nueva Cruzada ideológica en el Este para alzar la bandera de guerra española junto a la bandera de guerra del Tercer Reich.

¡Arriba España!¡Viva Franco!