Cumpleaños de Gianni Rodari

Publicado el 23 octubre 2015 por Kareche

Un 23 de octubre de 1920 nacía en Omegna, al norte de Italia, Gianni Rodari. Fue maestro, escritor y periodista. Pero fue sobre todo un investigador de la fantasía. En su libro más conocido, la Gramática de la fantasía,  propone ejercicios disparadores de la imaginación para trabajar la escritura literaria en la escuela. Allí juega con las cartas de Propp, allí sube a Caperucita roja en helicóptero e inventa el binomio fantástico. ¿Recetas? Mejor propuestas, pistas, ayudas para despertar ese pájaro dormido que es nuestra imaginación.

Sin lugar a dudas, el libro movilizó muchas cuestiones en la pedagogía de la fantasía. El autor, contextualiza de este modo su origen:

“En el invierno de 1937-38, gracias a la recomendación de una maestra, casada con un vigilante municipal, fui contratado para enseñar italiano a unos niños en casa de una familia de judíos que creía haber encontrado en Italia un refugio contra las persecuciones raciales. Vivía con ellos, en una granja en las colinas, cerca del lago Mayor. Con los niños trabajaba desde las siete hasta las diez de la mañana. El resto del día lo pasaba en los bosques, paseando y leyendo a Dostoievsky. Fue un tiempo feliz, mientras duró. Aprendí un poco de alemán y me lancé sobre los libros de este idioma con la pasión, el desorden y la voluntad que caracterizan a quien estudia cien veces más de lo que pueden enseñar cien años de escuela.

Un día, en los Frammenti (Fragmentos) de Novalis (1772-1801), encontré aquel que dice: «Si dispusiéramos de una Fantástica, como disponemos de una Lógica, se habría descubierto el arte de inventar».”

Además de propuestas de Taller de escritura, el autor hace una reflexión acerca de los procesos que ponen en marcha la fantasía. La metáfora más clara es la de la piedra en el estanque, que genera movimientos que se abren y que relacionan objetos y seres hasta entonces autónomos. Es difícil no reconocerse, no identificarse en los ondas, en los impulsos que agitan superficie y profundidad. Es difícil no dejarse contagiar de movimiento, no crear, no advertir esa magia latente que solo espera ser descubierta.

Hay un antes y un después para el lector de la Gramática de la fantasía, y nadie debería perderse la oportunidad de experimentarlo.