No existe nada más que el dolor, te aguarda agazapado al final, eres joven y piensas que todo está muy lejos pero no es verdad porque el tiempo no sólo no existe sino que es circular, de pronto, lo descubres, al otro lado del cañón del fusil, o de la sucia navaja del macarra o tras el bisturí del cirujano, que fracasa en su intento de arreglar el desastre producido en una carretera. Todo esto es dolor y tiene su sentido pero cómo explicar la quemadura de la bomba atómica o del napalm hay miles de dolores en cada ser humano, si tú los bombardeas, que nadie explicará jamás y tú estarás detrás de cada bomba que caïga del cielo, todo será dolor en ese cuerpo que tu habrás destrozado, en esa piel que tu habrás quemado para siempre y que no morirá pronto porque tú lo impedirás también. Y, entonces, llega ella y nos dice que hará obras sociales mientras su marido prende la mecha de la guerra, con el mayor cinismo, ¿a quién engañan, al que sostiene que los que no trabajan porque no tienen dónde es justo que mueran de hambre como las abejas que no pueden libar, las serpientes que ya no paralizan a las víctimas con su veneno y el león, que alguien ha encerrado en la jaula? Todos están prestos para ametrallar a los que se hallan donde no debieran, donde las bombas no tienen más remedio que caer y es justo pues sus rostros famélicos perturban nuestra buena conciencia. Y el gran emperador tampoco es el verdugo, pasaba por allí en el momento inoportuno y alzó la mano para jurar porque no tenía otro remedio y las multinacionales, las iglesias de hoy, nos salvarán de lo que nadie sabe pero es seguro que sucederá. Son las ventajas del capitalismo que ha vencido al marxismo porque es mucho más humano tanto que ha subido el hambre de los dos tercios a los cuatro quintos. Hoy, todos sufrimos de apetito, los pudientes para no engordar y los pobres porque no encuentran qué llevarse a la boca y no es justo que éstos tengan de balde lo que a los otros cuesta tanto. Yo vengo del fondo de los años, de aquellos tiempos de la corteza de las habas, de las hierbas cocidas y de las mondaduras de naranja después de haber comido los gajos y me parece demasiado comer un par de veces al día. Hay, pues, una justicia frente a Dios que el propio siglo nos impone andamos todos hambrientos y miramos las mismas cosas frente al televisor, ese artefacto que ha sustituido a nuestra propia vida. Es mejor que nadie muera de su propia muerte que nadie viva de su propia vida hacerlo todo por delegación: aboliendo la responsabilidad no hay culpables sino inocentes, en un mundo “plus quam” perfecto
-II- Te duele dentro todo al defecar y las heces salen teñidas de sangre “es un cáncer de colon” y el joven médico lo dijo como el que encuentra oro las primeras veces. Está ahÍ la muerte y no hay tiempo para decirlo todo desde el fondo de este nido de víboras. Habrá que vivir intensamente este período amargo, este final desesperado. Está ahí la muerte y no hay tiempo para gritarlo todo habrá que ir al fondo de este cáliz amargo, de este final teñido de agonía, buscando su sentido a lo que no lo tiene. La arena se escurre entre los dedos como si fuera agua, el aire apenas permanece en los pulmones y la lengua ya no le encuentra sabor a nada
-III- Y los hombres sabios del hábito dijeron que todo había terminado, que ya sólo quedaba andar descalzo por la playa llevando de la mano a una bella muchacha y no era verdad. Había que subir a los andamios para construir las casas de los otros, sin saber dónde estaba la suya. Y olvidarse del pan hecho como Dios manda, con arena de trigo. Nunca tuvieron un pescado fresco que llevarse a la boca junto a las tortas de la negra cebada o del rojo panizo que chisporroteaba si lo echabas al fuego cuando trasegabas un poco de malta que abrigara el estómago. A veces, el patrón, borracho, al fin, llegaba sin el dinero de la paga pero te invitaba a beber.
-IV-
Desde lo más profundo de la noche, sonríe, también él la soporta pero de otra manera, porque ha decidido su destino. Es como este poema, tú querías que las palabras fueran proyectiles, que las frases restallaran como latigazos, que los versos fueran estampidos, y, ahora, todo es blando, como esta almohada. En algún sitio, alguien te está engañando,
juega con tu vida, o sea, con la nada,
te hace lo que no quieres ser, que escribas necedades sobre estos papeles que nadie va a leer y el resto de tu tiempo permanece vacío. Está claro que nadie vive como quiere ni siquiera él, que juega con el destino de los hombres. En lo profundo, todo no es como desea, hay algo en la trama que se le escapa, de modo que él elige, en la mañana, entre la injusticia y el dolor. Nadie sigue un camino seguro, todos somos poco más que unas sombras que alguien proyecta de perfil como en una pantalla de cine. Nadie ha logrado todavía hacer lo que soñó, todos llevamos esa espina clavada en nuestro corazón.