Que me voy haciendo mayor me lo recuerda el espejo cada vez que me asomo, mis hijos creciendo sin parar, mi cintura que no se está quieta, las canas y las ganas; que cuanto más tengo de unas menos quedan de las otras, como si estuvieran relacionadas.Debe ser que la edad te va cambiando el menú poco a poco, y me pregunto si se debe luchar contra ello o capitular educadamente. Te haces mayor en el peor sentido de la expresión cuando pierdes la curiosidad y las ganas de moverte, de superar nuevos retos, de conocer nuevos lugares y lugareños. Esto, no nos engañemos, es más fácil y mucho más apetecible si tienes tiempo y medios para hacerlo, que bastante tiene uno con salir adelante. Lo de siempre. O lo de ahora.
Ejercí el otro día de adulto, por lo menos de persona mayor que otra y más experta en la actividad que ambos desempeñábamos. En esos dos metros cuadrados de camerino tratábamos de cambiarnos la ropa y prepararnos para salir al escenario dos cantantes a los que prácticamente doblaba en edad y yo mismo. Tanta estrechez potenciaba al calor humano.
Me sorprendí reflexionando en voz alta sobre mi trayectoria profesional y los errores que me ha parecido cometer, con la dudosa esperanza de que el que me escuchaba pudiera encontrar la manera de evitarlos. De qué servirán los consejos si eres de esos que hasta que no se estrellan contra la pared no se percatan de su existencia ni su dureza.Le dije que no se conformara con lo que tenía a mano aunque fuera mucho, que fuese más ambicioso, que trabajase incansablemente para alcanzar objetivos que se encuentran más allá de la vuelta de la esquina, que lo bueno es enemigo de lo óptimo y que tenemos la obligación no de conseguirlo pero si de intentarlo con todas nuestras fuerzas.Un montón de frases de almanaque perfectamente aplicables a cualquiera en cualquier tramo de su vida. Va a ser bueno escribirlas y leerlas después aquí; pues no tengo veinte años, o si que los tengo pero cumplidos hace tiempo, pero no estoy tampoco para el arrastre. No sería del todo sano que me empeñara en soñar lo que sueña un veinteañero teniendo como tengo aún la capacidad de soñar mis propios sueños. Ser mayor que otros que vienen idealmente pisando fuerte y reclamando su lugar es ley de vida, amigos míos. Lo que es verdaderamente raro es empeñarse en ser mayor que uno mismo. ¿No has conocido nunca a viejos de veinte años y a jóvenes de ochenta? Por qué resultará tan difícil estar donde uno se encuentra, aunque se trate de un camerino estrecho.