Teniendo claro que presentarían una lista propia, la CUP ha optado por aliarse con otros sectores del independentismo popular. El camino para la creación de su lista ha sufrido dos resbalones que, sin embargo, han pasado sin mayor sufrimiento mediático y político. El primero fue el proceso de primarias, donde el Secretariado Nacional decidió ofrecer a la militancia la votación de los cinco primeros lugares de la lista en bloque –también mantuvo la posibilidad de votar individualmente a cada candidato-, algo que casa mal con el asamblearismo de la formación, pero que fue aceptado, en su inmensa mayoría por la militancia.
El segundo fue el intento –abortado por una cuestión técnica de la Junta Electoral- de colocar en un lugar simbólico de la lista a Ramón Cotarelo García, intelectual español que defiende la autodeterminación de Cataluya. Cotarelo, con el que coincidí en los años de Facultad, parece ser que fue en el pasado asesor del gobierno de Felipe González, y defensor de unas políticas liberales de las que ahora no parece acordarse. Un ramalazo provinciano y extravagante el de querer contar con un intelectual español abiertamente proindependentista, obviando su trayectoria personal y política anterior.
También pecó de lentitud política, ya que podía haberse apropiado del espacio que ahora ocupa –aparentemente- Catalunya Sí Que es Pot, y haber hecho que ésta girara hacia el independentismo, y no hacia la indefinición.
Sea como sea, la lista estará finalmente liderada por el periodista Antonio Baños -imprescindible periodista catalán- y pensada para no gobernar. Pero parece que tendrá la fuerza suficiente como para ser decisiva tanto en el eje nacional como en el social. En el eje nacional, y viendo sus demandas de hace un año, para democratizar el procés, la CUP tendría que ser fundamental para hacer del independentismo institucional un juego transparente y democrático. No como se ha venido gestionando hasta ahora. En el eje social, la CUP –y así lo ha venido insinuando Baños- puede reventar Junts pel Sí y evitar que esta legislatura se vuelva a convertir en la legislatura de los recortes y las privatizaciones, como las dos anteriores, invitando a los representantes de Junts Pel Sí que salgan elegidos en el Parlament, a saltarse la disciplina de voto en favor de las políticas sociales. Además, en ambos ejes también puede ser punto de unión entre algunas familias de Junts pel Sí y Catalunya Sí Que es Pot (CSQP). Es un juego al que Antonio Baños ya está haciendo guiños.
Si cuando surgió Junts pel Sí todo parecía indicar que la CUP vería muy acortado su techo de crecimiento, el debate y los desplantes entre Romeva y CDC por ver quién debía ser el candidato de su lista al Parlament pueden acabar beneficiándoles. Romeva ya lo ha asumido: será Artur Mas el candidato de Junts pel Sí. Y aunque esta lista intente llevarse el discurso electoral fuera de los ejes izquierda-derecha, si la CUP logra vincular independentismo y lucha social, podrá reventar el techo de los 12 parlamentarios que le daban las mejores encuestas.
Para incrementar aún más su diferenciación con Junts Pel Sí, deberían poner en valor el estupendo trabajo de investigación sobre la corrupción catalana –un sistema made in CiU- que han venido desarrollando en este último año de legislatura. Son los indepes de izquierdas, sociales y, además, claramente posicionados con que la gente pueda votar aquello que les afecta. Y Baños tiene una soltura increíble a la hora de demostrar y naturalizar los argumentos de esta candidatura.
Su principal reto consistirá en hacer que el procés vuelva a ser del pueblo, tal como apuntó el antropólogo Manuel Delgado. Si gana el independentismo, la CUP deberá evitar que haya padres de la nación –por muy interesado que esté en sacrificarse Artur Mas- y devolver la capacidad de construcción nacional a toda la ciudadanía. Si no gana el independentismo, su función será clave en un Parlament por primera vez más tendente a la izquierda que a la derecha.