Vuelvo, con el mismo entusiasmo de siempre, al teatro, y he aquí que me topo con una pieza que se me antoja excelente: Cuplé, de Ana Diosdado (Ediciones Antonio Machado, Madrid, 1988). Los elementos que se combinan en la obra son, desde luego, bastante heterogéneos (un criado que resulta ser un antiguo profesor de Historia; una chica de izquierdas que incurre en la evasión de capitales y el terrorismo; un cura que trabajó en su juventud como cantante; una vieja cupletista que fue amante de un ricachón; etc); pero el resultado global es formidable. Diosdado sabe ordenar y armonizar todas esas singularidades para construir una obra sólida y de la que resulta imposible salir hasta la última página. Mis preferencias (si tuviera que elegir a un solo personaje) se decantan por Grau, el mayordomo, hierático, altanero, deprimido, estatuario, triste. Y la frase que más me ha gustado de todo el libro ha salido de sus labios de papel. Carmen le pregunta si él no cree en la existencia de otra vida. Y Grau, genialmente mordaz, replica: “Soy pesimista, señora; pero no hasta ese punto”.Admirable escritora.
Vuelvo, con el mismo entusiasmo de siempre, al teatro, y he aquí que me topo con una pieza que se me antoja excelente: Cuplé, de Ana Diosdado (Ediciones Antonio Machado, Madrid, 1988). Los elementos que se combinan en la obra son, desde luego, bastante heterogéneos (un criado que resulta ser un antiguo profesor de Historia; una chica de izquierdas que incurre en la evasión de capitales y el terrorismo; un cura que trabajó en su juventud como cantante; una vieja cupletista que fue amante de un ricachón; etc); pero el resultado global es formidable. Diosdado sabe ordenar y armonizar todas esas singularidades para construir una obra sólida y de la que resulta imposible salir hasta la última página. Mis preferencias (si tuviera que elegir a un solo personaje) se decantan por Grau, el mayordomo, hierático, altanero, deprimido, estatuario, triste. Y la frase que más me ha gustado de todo el libro ha salido de sus labios de papel. Carmen le pregunta si él no cree en la existencia de otra vida. Y Grau, genialmente mordaz, replica: “Soy pesimista, señora; pero no hasta ese punto”.Admirable escritora.