No se sabe a ciencia cierta que es lo que quieren ver en medio del céntrico cementerio que da cobija a tantos grandes de Cuba. No se sabe bien si es curiosidad o patriotismo, pero los santiagueros hacen largas filas para pasar por el frente del sepulcro del dictador Fidel Castro.
Desde la tarde del propio 4 de diciembre decenas de personas acuden a este sitio. Llevan flores en sus manos para pasar ante el monumento, en silencio, despacio. Da la impresión de que Fidel los estuviese vigilando.
Quienes poseen cámaras o teléfonos móviles no dejan de tomar fotos para llevarse la prueba a manera de evidencia, aunque nunca sabrán si en realidad esa urna, custodiada con recelo tiene en su interior las cenizas de Fidel Castro.
Este lunes cuando se reinició la guardia de honor esperaban los estudiantes del Preuniversitario Rafael María de Mendive, donde Fidel realizó sus estudios primarios y muchos alzaron sus manos cerradas a la altura de la frente, cuando pasaron frente a la extraña piedra que guarda en su corazón las cenizas del tirano. Definitivamente la rutina del cementerio patrimonial se ha visto alterada, y lo estará en lo adelante, como sucede con todo lo que tiene que ver con el altisonante nombre, con cuyo deceso se cierra la historia del siglo XX.
El homenaje se extenderá hasta las cinco de la tarde de cada día.
Cada 30 minutos se realiza el relevo de la guardia de honor en su monumento y en el de José Martí, por soldados, sargentos y oficiales de la Unidad de la Guardia Honor emplazada en el camposanto, museo a cielo abierto fundado en 1868, con la Elegía a José Martí de fondo, compuesta por Juan Almeida Bosque.
Con información de Prensa Oficial Cubana.
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