Dado el éxito permanente de las revistas con los personajes de Disney, cuya gran cantidad de títulos y periodicidad hizo que el periodista Jose Perez Cartes señalara que salía una revista nueva cada día de la semana. Y aprovechando además la presencia en programas dominicales de Televisión –con los varios shows exhibidos en Disneylandia-, llevo a Zig-Zag a lanzar un Club Disneylandia, cuyos beneficios nunca fueron demasiado claros. Lo que si resulta claro es que se buscaba generar competencia entre los mismos lectores, y que desearan obtener en cada oportunidad un grado mayor. Para lograrlo era menester juntar un total de 500 puntos, y en cada revista venían 15. Se tenían siete grados que se podían obtener, luego de hacerse miembro. Yo cuando niño recuerdo haber visto algún pin metálico que se obtenía en cada grado.
En esos años existía muy expandida la costumbre de los locales de cambio de revistas. Un lugar donde llevando una cierta cantidad de estas publicaciones, y abonando un monto fijo por cada ejemplar, se podía cambiar esas revistas por otras en mismo número. De esta forma, y sin tener que comprar otro ejemplar, podía leerse publicaciones distintas. Para combatir ese fenómeno la editorial Zig-Zag buscó varias opciones. En algún momento con la revista El Jinete Fantasma ofreció un banderín a cambio de tres ejemplares de la publicación, como puede verse en la publicidad a continuación. Nuevamente, eso sí, el centralismo juega en contra, dado que el canje solo podía hacerse en oficinas en Santiago, descartando todo el resto del país de esa posibilidad.