Curso de buceo PADI OPEN WATER en Ko Tao

Por Amoreno
Llevo AÑOS queriendo escribir esta entrada.
Por fin tengo la certificación de buceo PADI OPEN WATER.

Conseguirlo no ha sido ninguna gran hazaña, sólo es cuestión de disponer de tiempo y ponerse con ello, pero ya sea en el caribe o en el sudeste asiático, tener este título es una gran ventaja ya que te permite acceder a un mundo fantástico, el que existe bajo el agua.

Yo que he sido toda mi vida de interior descubrí esto allá por 2007, cuando llegué a Asia por primera vez y comencé a viajar por los países del sudeste. Tioman en Malasia, Gili Trawangan cerca de Bali en Indonesia, más tarde Boracay y Palawan en Filipinas, fueron todos maravillosos destinos de playas de arena blanca y aguas transparentes repletas de abundante vida marina. Pero sin nociones básicas de submarinismo ni tiempo suficiente para hacer el curso, lo único que podía hacer era enfundarme unas gafas con tubo y un par de aletas para hacer esnórquel. La profundidad de buceo dependía entonces de la capacidad mis pulmones y la sensación que me quedaba al final era la de que me habían puesto la miel en los labios, un quiero y no puedo.

Así que cuando en 2010 regresé de nuevo para vivir en Asia, lo primero que pensé fue en escaparme al sudeste asiático de vacaciones el número mínimo de días para sacarme de una vez por todas la certificación PADI OPEN WATER. Esta certificación es una de las básicas dentro del programa de certificaciones de buceo recreativo que ofrece la asociación PADI y la que te introduce de forma completa en este estilo de vida, como les gusta llamarlo a ellos.

Ya estaba decidido, sólo faltaba buscarme un compañero de aventuras. Mi amigo Javi se apuntó al lío sin dudarlo un momento, creo que tenía las mismas ganas que yo de conseguir por fin la ansiada certificación, jejeje. Viviendo en Hong Kong le queda todo a tiro de piedra...

Elegir el lugar más indicado para hacer el curso por contra parecía más complicado, había tantas opciones. Nuestro amigo Andrés nos echó una mano con esto. Considerando únicamente Tailandia y Malasia teníamos las islas en el Mar de Andamán (Ko Phi Phi, las islas Surin, el archipiélago Langkawi, Pulau Pangkor) y las islas del golfo de Tailandia (Ko Tao y Ko Samui, Pulau Perhentian). Por pedir que no quede, incluimos Pulau Sipadan, una de las más aclamadas del mundo, aunque quizás pilla un poco lejos en el mar de Célebes.

Al final nos decidimos por Ko Tao, al este de Tailandia. Por una razón muy simple, es el lugar donde se expiden más licencias PADI del mundo. Eso significa unos precios muy competitivos y unos niveles altos de calidad en la formación. Encontrar el resort más conveniente no supuso problema gracias a internet. Después de leer excelentes críticas en otros blogs de viajeros, nos pusimos en contacto con Eva y Sebastián de viajarybuceo (página web, página en Facebook) y en pocos días ya teníamos la reserva del curso de 4 días en Ban's, uno de los resorts más populares de Ko Tao y con reconocido prestigio en el mundo de la enseñanza del buceo.
El programa del curso OPEN WATER DIVER fue el siguiente:

DíaMañanaTarde

1Presentación. Vídeos 1, 2 y 3

2Aguas confinadasTeoría 1, 2 y 3. Vídeos 3 y 4

3Inmersiones 1 y 2 (hasta 12 metros)Teoría 4 y 5. Examen final

4Inmersiones 3 y 4 (hasta 18 metros)Entrega de certificados


Así, el lunes llegamos a Ko Tao después de un largo viaje y ese mismo día por la tarde empezamos con la presentación del curso, a cargo de Eva. Nos entregó un libro con los contenidos teóricos y luego un DVD con vídeos explicativos de refuerzo, es parte del sistema de aprendizaje diseñado por la asociación PADI. Después de la primera clase no hubo tiempo para disfrutar de la playa, había que verse los vídeos enteritos como deberes para el día siguiente. El martes por la mañana tocaba la sesión práctica en aguas confinadas, en la piscina.

Aquí nos estuvieron explicando todo el material que se necesita para el buceo y aprendimos a montar, comprobar, utilizar y desmontar el equipo. Hicimos unos pequeños ejercicios en la superficie de la piscina y a continuación en el fondo de la misma, con el propósito de habituarnos a respirar bajo el agua y a la sensación de flotabilidad. Una pausa para comer y a continuación primera clase teórica, con los 3 primeros capítulos de los 5 en los que se divide el curso. Tras la clase, tampoco hubo tiempo para el descanso, tuvimos que vernos los vídeos 4 y 5, aunque estábamos tan cansados que apenas pudimos mantenernos despiertos.
El miércoles por la mañana fue un día de nervios, a las 7 de la mañana teníamos que estar en pie para nuestra primera inmersión en aguas abiertas, en el mar.

Nos llevaron en lancha a alumnos e instructores hasta un barco de la escuela de buceo fondeado lejos de la costa.

Cargamos con nosotros todo el equipo de buceo salvo las botellas de aire (una de las cosas que aprendimos fue que ni se llaman bombonas, ni contienen sólo oxígeno), que ya estaban dispuestas en el barco. Junto al grupo de españoles formado por Eva (la instructora), Gerardo (un dive master que hacía prácticas para el examen de instructor) y Javi y yo (los alumnos), iban grupos de distintas nacionalidades. Los grupos de habla inglesa eran los más numerosos, así que tuvimos suerte de ser los únicos alumnos para el curso en español esa semana, eso nos garantizaba una atención individualizada.

Durante la viaje de ida hasta el punto de inmersión había que ir preparando el equipo. Teníamos para ello que echar mano de lo aprendido el día anterior. Por suerte los conceptos estaban bastante claros después de estudiarlos en clase, verlos en los vídeos y practicarlos en la piscina.

Nuestra instructora, Eva, más maja que las pesetas desde el momento que la conocimos, cambió entonces el gesto y ahora nos observaba seriamente mientras montábamos los componentes del equipo, supervisando que no hubiera ningún error en el montaje ni en la secuencia. Y es que no es para tomárselo a broma, uno se juega la vida cuando está allí abajo respirando a varios metros de profundidad. Aprendimos que la seguridad es el concepto más importante en la práctica del buceo.

Para cuando teníamos el equipo montado y ordenado, ya habíamos llegado al primer punto de inmersión: Mango Bay.


Antes de echarnos al agua tocaba hacer una sesión informativa o briefing, como lo llaman ellos, en la que se explica lo que se va a hacer una vez nos encontramos debajo del agua. Hasta que se invente algún día una forma de hablar bajo el agua es indispensable llevar a cabo esta reunión antes de cada inmersión. Así pues, Eva nos explicó que la primera inmersión era simplemente para habituarse al medio, distinto del de aguas confinadas, y para disfrutar dando una vuelta por el fondo viendo la fauna marina. Después del briefing, llegaba el momento de calzarse el neopreno y echarse al agua con el equipo a la espalda. Qué nervios, ¿verdad, Javi?

No olvidaré nunca esta primera inmersión y la sensación de respirar bajo el mar, de hecho nadie que haya buceado lo olvida jamás. La experiencia es muy distinta de bucear en la piscina o de hacer esnórquel, es una sensación extraña y novedosa. Fuimos bajando poco a poco hasta la profundidad máxima marcada para ese día, 12 metros, y después de comprobar que todo estaba "ok" y que no cundía el pánico por subir hacia la superficie y regresar a tierra firme cuanto antes, nos fuimos a dar una vuelta en grupo. Vimos muchos peces de colores, recuerdo peces payaso y bannerfish; peces ballesta, los más peligrosos de esas aguas; rayas ocultas bajo rocas y coral blando de árbol de navidad que se escondía tímidamente al acercar la mano. Un mundo fantástico. Eva nos puso una única norma con respecto a los seres del fondo marino, se mira pero no se toca.

La primera inmersión duró tan sólo 28 minutos y yo salí con el tanque de oxígeno en las últimas. La falta de costumbre de respirar por el regulador y los nervios de mi primera experiencia bajo el agua hicieron que mi ritmo de respiración fuera más rápido de lo habitual. Javi, como buen canario, es un hombre tranquilo, así que su tanque estaba aún por la mitad.
La segunda inmersión fue en el punto White Rock y esta vez sí que hicimos algunos ejercicios bajo el agua, como quitarnos y recuperar el regulador de aire, respirar de la fuente de aire alternativa del compañero y limpiar la máscara con agua dentro.

En ambas inmersiones, al subir también hicimos ejercicios en la superficie, como arrastrar a un buceador cansado, ayudar a quitar un calambre en la pierna, quitarse el chaleco y volvérselo a poner, etc. Todo bajo la atenta mirada de nuestra instructora.

Ese mismo día por la tarde tuvimos la clase de teoría de los capítulos 3 y 4 con Sebastián y aprendimos a utilizar la tabla PIR de cálculo de grupos de presión, un sistema que ayuda a bucear de forma segura. Al terminar hicimos el examen teórico y lo aprobamos, así que esa noche había que celebrarlo, aunque con moderación... Ko Tao por desgracia es una isla pequeña así que nuestros instructores rondaban también por allí de noche y nos vigilaban para que no nos pasásemos con el alcohol, o al día siguiente lo lamentaríamos, jajaja.

El jueves, último día del curso, hicimos nuestra tercera y cuarta inmersión en el punto Twins. Estas inmersiones fueron algo más complejas que las del día anterior y tuvimos que hacer varios ejercicios bajo el agua, como orientarnos con una brújula, quitarnos la máscara por completo y demostrar el control de la flotabilidad con la respiración simplemente. Todo ello a una profundidad máxima de 18 metros. Por último, hacer una simulación de ascenso de emergencia controlado nadando; una sensación bastante angustiosa esa de quedarte sin aire y al llegar a la superficie tener encima que hinchar el chaleco a bocanadas para mantenerte a flote. ¡Arf!
Después de eso, ¡objetivo cumplido!. Gritos de júbilo y emoción en la superficie del mar. Habíamos superado todas las pruebas teóricas y ejercicios bajo el agua así que ese día por la tarde recibiríamos nuestro carnet provisional que nos certificaría como buceadores PADI OPEN WATER. Después del almuerzo estuvimos celebrándolo con unas cervezas con nuestros instructores, Eva y Sebastián, y con Gerardo, que tras haber ayudado en nuestra formación afrontaría próximamente su examen de instructor.
Y no tuvimos tiempo para nada más. Apenas hubimos terminado con el papeleo del curso nos marchamos rápidamente para coger el ferry nocturno que nos llevaría a Surat Thani y de ahí a Krabi por carretera para volar a Singapur, nuestros siguiente destino.
Para terminar, me gustaría dar las gracias a Eva y Sebastián por ser unos instructores tan formidables. Desde aquí me gustaría recomendar a todos aquellos que quieran sacarse una certificación PADI en Ko Tao, Tailandia, que os pongáis en contacto con ellos a través de su página web o su página en Facebook. Si reserváis con ellos con antelación, además de poder disfrutar de una enseñanza de calidad en español, tendréis acceso a ventajas como alojamiento básico incluido en el resort Ban's.
Ya puedo empezar a planear mis próximas vacaciones por el sudeste asiático en algún destino en el que pueda hacer buceo. ¿Alguien dijo barcos hundidos? :-)