Queda ya muy lejos, pero el pasado 30 de noviembre participé en un curso de fotografía organizado por Barcelonette con la fotógrafa Lidia Estepa y, aunque he estado tentada y he pensado en dejarlo pasar, me he dicho que no, que tenía que contarlo en el blog; así que, aunque ya hace días y no me he podido organizar para contároslo antes, más vale tarde que nunca. Así que vamos allá.
Todo empezó cuando llegó a mi bandeja de entrada una nueva newsletter de Barcelonette en la que se informaba a los suscriptores de la segunda edición de su workshop de fotografía. Se trataba de un curso teórico práctico de cinco horas -de 09:00 a 14:0o horas- para aprender a sacar buenas fotografías con cámara de fotos réflex, dejando atrás el modo automático para siempre jamás. Yo compré mi cámara réflex este verano y desde entonces iba haciendo unas fotografías más o menos pasables. Yo ya estaba bastante satisfecha, porque había pasado de hacer las fotos para el blog con el iPhone (que, oye, bastante buen servicio me ha hecho) a hacerlas con la cámara réflex que me compré este verano.
La calidad, indudablemente, era muchísimo mejor; pero sentía que quería ir más allá. Quería entender todo eso del diafragma, el obturador, el ISO… quería sacarle partido a la cámara, y decidí que era el momento. Así que, ni corta ni perezosa, me inscribí al curso. Xènia, la directora de Barcelonette, me va conociendo cada vez un poquito más, y ya me dijo que el taller me iba a encantar. Y no se equivocó, ya os lo adelanto.
Tan solo llegar adonde tendría el curso el taller, me encontré con esta maravilla de sorpresa que publiqué en mi perfil de Instagram.
En la entrada de la sala donde iba a tener lugar la parte teórica del taller, se había dispuesto un buffet dulce a cargo de Sweet in a box, que me pareció una auténtica delicia. Pero ahí no terminó mi sorpresa, porque cuando me dirigí hacia la mesa, para coger un sitio, Xènia me dijo que cada asistente tenía su sitio asignado. Así que fui buscando por la mesa hasta que me encontré:
Como véis, junto con el material del workshop, una piruleta -si no se llama piruleta y se llama de otra manera, que me perdonen los entendidos- de chocolate blanco con el nombre de los asistentes. Me pareció un detalle muy original, amén de que la piruleta estaba deliciosa, por supuesto.
El resto de la gente fue llegando poco a poco, y también llegó Lidia Estepa, la fotógrafa encargada de impartir el taller. Tengo que decir que, desde el primer momento me encantó Lidia. Sencilla, cercana, muy simpática. La cosa pintaba bien. Así que cuando ya estuvimos todos en nuestro sitio, Lidia empezó con las explicaciones, mientras Xènia iba y venía por la sala tomando fotos de vez en cuando.
Xènia Alonso y Lidia Estepa, organizadoras del workshop
La verdad es que esto del curso de fotografía me daba bastante reparo, porque la terminología se me hacía un mundo. No entendía nada y me parecía todo muy difícil de comprender. Había tenido algún intento de aproximación a la fotografía, pero todo me había sonado a chino siempre. No sé; tal vez cuando lo había intentado no era el momento adecuado, yo no estaba lo suficientemente receptiva, o las explicaciones no me habían parecido comprensibles.
El caso es que Lidia empezó a explicar y se hizo la luz. Sus definiciones eran sencillas, sus explicaciones eran claras y nos puso comparaciones de lo más lógicas que me hicieron ver el cielo abierto. A partir de ahí, me costó bien poco ir entendiendo lo demás. El tiempo que duró la parte teórica se pasó rapidísimo: fue muy dinámico, Lidia nos animaba a participar y a hacer todas las preguntas que necesitásemos y respondía de forma clara y sencilla. Fue una sesión genial.
Después llegó lo bueno: poner en práctica lo que habíamos aprendido. Así que una vez finalizada la teoría, salimos a la avenida Diagonal de Barcelona con nuestras cámaras réflex y a ¡afotar! Estuvimos haciendo las fotografías que Lidia nos indicaba, para lo cual teníamos que poner en práctica lo que habíamos aprendido durante la teoría.
Si bien al principio me parecía complicado y me veía a mí misma devanándome los sesos, intentando recordar cómo tenía que fijar el diafragma o a cuánto tenía que fijar la velocidad del obturador, tengo que reconocer cuando ya había hecho unas cuantas fotos, empezaba a sentir que me apañaba mejor. Además, tengo que decir que el resto de chicas y chicos que hacían el curso eran todos malísimos, y nos estuvimos ayudando mucho.
A modo de resumen, puedo decir que me pareció un curso de fotografía muy práctico, muy fácil de entender y más que útil para hacer una primera incursión en la fotografía. También tengo que decir, y Lidia estará contenta, que ya he descartado el modo manual para hacer mis fotografías, y que, en todas las que hice desde entonces, soy capaz de ir ajustando el diafragma y la obturación según conviene. Otra cosa que he aprendido es que cambiando los parámetros una misma fotografía puede decir cosas diferentes, y eso es algo que no me había planteando: decir cosas a través de una foto. Yo sacaba fotos y punto. Ahora he entendido que la fotografía es mucho más, y tengo que darle las gracias a Xènia y a Lidia por ello.
Así que, ¿lo recomiendo? Sí. Si estáis en Barcelona o alrededores y tienes la oportunidad, haced el taller de fotografía con Barcelonette y Lidia Estepa: además de aprender, os lo pasaréis genial.